Hace años que Adua es emprendedora por naturaleza. Antes trabajó como telefonista en una remisería, levantando pedidos, organizando direcciones y atendiendo clientes. Hoy combina su creatividad con la necesidad de generar ingresos junto a su esposo, que está desempleado, y su mini emprendimiento casero de productos de limpieza. Pero nunca imaginó que un socavón iba a convertirse en el motor de un nuevo proyecto.
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A su pequeño emprendimiento de artículos de limpieza, Adua sumó café, tortitas y hasta sandwuiches de milanesa para obreros y transeúntes. Todo a partir del socavón en el Acceso Sur.
El caos de la obra y la rotura de un colector de más de medio siglo generaron un conflicto inmediato. “Vimos que no podían moverse, los obreros estaban atrapados en el lugar de trabajo. Entonces dije: ‘Vamos, manos a la obra’”, cuenta Adua. Armó su puesto con lo que tenía: café, azúcar, bizcochuelos caseros y tortas. Compró 100 vasos, 50 cucharas y se apoyó en una amiga panadera para completar la oferta.
"Vendimos todo, fue impresionante"
“El miércoles empecé con tres docenas de tortas y 27 porciones de bizcochuelos. A las 10 de la mañana ya había vendido todo. Fue impresionante”, recuerda. Esa misma actitud se repitió durante los días siguientes: más tortas, más facturas, y la idea de sumar sándwiches de milanesa para diversificar la oferta. “El jueves en la noche hice 20 sándwiches y se volaron de las manos. La gente fue excelente, super amorosa, compraba en cantidad”, dice.
El ingenio de Adua no se limitó a preparar alimentos. Para mantener el café caliente, recurrió a termos prestados y a la colaboración de su esposo. “Empezamos con dos termos nosotros y uno prestado. Mi marido iba y venía recargando café bien caliente, leche bien calentita. Fue muy favorable y además esto ahora lo hacemos entre los dos”, explica.
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Medialunas riquísimas para calmar el apetito en medio de los trabajos del socavón.
Lo que comenzó como un impulso frente a la obra terminó generando un sueño mayor. “Este emprendimiento me incentiva y me da muchas ganas de seguir, aunque la obra no esté. Queremos continuar en la lateral del acceso de lunes a viernes, de 7 a 10 de la mañana, para que la gente pueda tomar un buen café y disfrutar de algo rico mientras pasa”, adelanta Adua.
La historia de Adua Persia no es solo la de un emprendimiento improvisado; también es la de la capacidad de adaptación ante la adversidad. Mientras Vialidad Nacional y la Municipalidad discutían responsabilidades, y los operarios luchaban por controlar la rotura de un colector de más de 50 años, ella vio la oportunidad de generar empleo propio y ofrecer un servicio valioso.
“Siempre fui emprendedora. Lo que se me ocurre lo hago, lo preparo, lo armo. De un día para otro puedo tener todo listo. Así soy”, se define, entre risas. Su iniciativa muestra cómo un problema se convirtió en una oportunidad concreta. En un árbol, de manera precaria, pegó un cartel: “Café”.
Un plan de acción: una mesa, café, tortitas y mucho más
La obra en sí fue un desafío técnico considerable. El colector de asbesto-cemento colapsó por el paso del tiempo y los gases producidos por los líquidos cloacales. La Municipalidad decidió reemplazar toda la cañería, aunque enfrentó negativas y demoras por parte de Vialidad Nacional. Mientras los ingenieros diseñaban soluciones de acero y mezclas de suelo-cemento para reforzar la estructura, Adua desplegaba su propio plan de acción: mesas con tortas, café, bizcochuelos y sándwiches, justo frente a la obra.
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Tortitas caseras en la propia casa de Adua, que percibió que en el socavón había un negocio.
“Al ver que los obreros necesitaban algo rápido y cálido, pensé: ‘Esto puede ser algo grande’. Y así fue. No solo vendí comida, sino que también me sentí parte del movimiento, parte de la solución”, dice. Su mirada refleja satisfacción y la sensación de haber hecho algo útil en un momento de crisis.
El éxito de Adua también revela un aspecto humano que a veces queda invisible en la crónica de las obras públicas: la solidaridad y la cooperación entre vecinos y trabajadores. Su café fue un punto de encuentro, un respiro entre máquinas y estrés. “Los obreros agradecían, algunos volvían con amigos, todos colaboraban. Fue increíble”, recuerda.
Más allá de las ventas inmediatas, Adua ha descubierto un potencial a largo plazo. Su experiencia frente a la obra le mostró que puede generar ingresos con su creatividad, que puede sostener un proyecto propio y que el esfuerzo cotidiano tiene recompensa. “El viernes vendimos seis docenas de tortas y dos de facturas. Fue espectacular. Me da muchas ganas de emprender nuevamente, aunque la obra no esté”, asegura.
Una forma de generar trabajo genuino
El relato de Adua también permite asomarse al contexto social: ella y su pareja llevaban meses buscando trabajo sin éxito, y la oportunidad de la obra les dio un respiro económico y motivacional. “Mi marido está desempleado y hace cuatro meses que venimos buscando trabajo. Esto nos permitió generar algo nuestro”, explica.
La iniciativa de Adua Persia no termina con el fin de la emergencia. Su proyecto seguirá activo y planea consolidarlo como un punto de café regular en la zona del Acceso Sur. Los vecinos ya saben dónde encontrarla y los obreros la recuerdan con cariño. Lo que comenzó como una solución improvisada se transforma en un ejemplo de ingenio y esfuerzo.
“Me encanta preparar todo, ver que el negocio funciona. Esto me hace querer seguir, mejorar, crecer. Es un incentivo enorme”, afirma. Y resume: “Esto no fue solo una venta, fue un proyecto que nació del ingenio y la necesidad, y ahora se mantiene como un sueño que puedo hacer realidad todos los días”.
Así, mientras los ingenieros planifican el reemplazo de un colector de más de 50 años y los obreros trabajan contrarreloj, Adua Persia muestra que el ingenio personal puede surgir en cualquier momento y que las oportunidades se pueden construir sobre el caos. De un socavón nació un emprendimiento de café caliente, bizcochuelos y sándwiches de milanesa.
Adua demostró que en medio de una crisis se puede generar empleo propio, tener creatividad, lograr satisfacción personal y un futuro prometedor. Y lo mejor es que su historia no se queda en un momento efímero: la emprendedora decidió mantener su puesto de lunes a viernes, de 7 a 10 de la mañana, para ofrecer café y pastelería a quienes pasen por el acceso.
El socavón del Acceso Sur dejó que hablar. Adua Persia hizo de una idea simple la decisión de actuar pueden transformar cualquier circunstancia en oportunidad.