Un amigo que conoce mi prédica contra los enchastradores de la Ciudad me envió un video que muestra cómo el municipio de Marsella, en Francia, había sacado a parte de sus obreros a limpiar esa ciudad dañada con pintadas durante los recientes festejos de Carnaval.

Pensé en ese momento que sería una buena idea para el intendente Ulpiano Suarez. No había pasado media hora cuando leí en los diarios que la comuna de la Ciudad de Mendoza está por lanzar el programa "Mejores fachadas", al que sólo le falta la aprobación del Concejo Deliberante.

Será un trabajo conjunto. El municipio pondrá la mano de obra y los particulares deberán aportar la pintura necesaria para retirar de los muros y de las persianas los "regalitos" que les dejaron los vándalos del aerosol.

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Los edificios históricos, como el adjunto a la iglesia de los Jesuitas, están invadidos por firmas "para marcar territorio".

Los edificios históricos, como el adjunto a la iglesia de los Jesuitas, están invadidos por firmas "para marcar territorio".

El objetivo es adecentar los frentes, las persianas, ventanas y el mobiliario urbano, tapizados de garabatos, inscripciones, firmas o grafitis no autorizados.

Pero, sobre todo, será una forma de paliar las malas experiencias sufridas por quienes se levantan un día y se encuentren con el frente de sus casas o comercios pintarrajeados de arriba abajo.

Lo peor es que los vándalos se dan el gustazo de "marcar territorio", "conformar una identidad" o autopercibirse como "sujetos de una estética" jodiéndole la vida a medio mundo. ¿Alguien puede creer que los afectados por estos "artistas" pueden llegar a conformar alguna empatía con estos tarambanas clandestinos?

Quien sufre en carne propia que le pintarrajeen la persiana que acaba de colocar en su negocio -y que aún debe pagar en 12 cuotas- siente una bronca muy grande.

Esos vecinos y contribuyentes perciben, lisa y llanamente, que han sido víctimas de un delito y que las autoridades no les están prestando la debida atención. Qué decir de los padres de alumnos que ayudaron a juntar fondos para hermosear los frentes de las escuelas de sus hijos y que al otro día del arreglo comprueban la maldad insolente de los garabateadores.

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Con verdadera saña, los enchastradores se toman a la chacota cualquier bien privado o público.

Con verdadera saña, los enchastradores se toman a la chacota cualquier bien privado o público.

¿Cómo se puede sentir el ciudadano que vive cerca de una plaza y que sabe que allí suelen juntarse de madrugada los que salen a vandalizar?

Cansa tener que explicar que uno no está en contra de los grafiteros talentosos -los hay y muchos- que hacen sus trabajos luego de haber pactado el uso de muros públicos y privados.

Cansa tener que machacar que los ataques vandálicos que nos ocupan son delitos debidamente tipificados y que los ciudadanos están cansados de que las autoridades no los respalden debidamente.

Se puede hacer arte callejero bello y reflexivo sin necesidad de dañar los bienes del prójimo. Mendoza tiene un historial interesante en materia de muralismo, hoy opacado por los "firmadores", gente escasamente talentosa que repite grafías, íconos y símbolos calcadas de otras ciudades, lo cual no permite que el arte callejero local tenga la singularidad y creatividad de otros tiempos.

Ojalá que "Mejores fachadas" pueda erigirse en una iniciativa provechosa que ayude a que esta ciudad, una de las grandes capitales del vino a nivel mundial, pueda recuperar su distintiva peculiaridad. Y que todos los vecinos que fueron humillados por el aerosol sabandija sientan que sus políticos están de su lado.