A días de que termine el año, cuando los balances se mezclan con los deseos y las promesas hacia adelante, Verónica Peletay, vecina de Rama Caída, San Rafael, decidió escribirle a su hijo adolescente trans. No fue una carta pensada para guardarse en un cajón, sino un mensaje profundo, honesto y amoroso, que habla de acompañar, de aprender y, sobre todo, de desearle felicidad.
Un deseo de año nuevo: una mamá de San Rafael le escribe a su hijo trans mientras esperan el DNI
En el cierre del año, Verónica Peletay puso en palabras lo que siente por Lukas, su hijo adolescente. El mensaje de acompañar, respetar y dejarlo ser
“Mi único deseo es que sigas disfrutando de tu etapa de adolescencia, riendo, cantando, descubriendo, soñando, rodeado de personas que te aman. Te quiero inmensamente feliz, riendo y luchando, que logres cada meta y que nunca pierdas esas ganas de vivir”, escribió Verónica, con palabras que resumen el camino que vienen transitando juntos.
Lukas es uno de sus hijos y, como familia, hoy están esperando el DNI que refleje su identidad. El trámite es importante, pero para Verónica el verdadero proceso empezó mucho antes, en el corazón y en la cabeza, con preguntas, miedos y también con una certeza que fue creciendo: estar al lado de su hijo.
“El 15 de septiembre, hace ya unos cuantos años, trajimos al mundo al bebé más hermoso del planeta. Esos ojitos achinados, con esa picardía y una independencia que prometían desde el primer día, se convirtieron en el centro de nuestro universo”, recuerda. El tiempo pasó rápido. “Hoy me encuentro con un muchachito increíble, de esos que te enseñan algo nuevo cada jornada, y me maravilla cómo el tiempo vuela”.
Aquel llamado de la escuela donde Verónica intuyó que algo sucedía con su hijo
El momento bisagra llegó con una llamada inesperada de la escuela secundaria. “Necesitaban hablar conmigo. No me dieron detalles, pero como madre uno presiente cuando algo no anda bien. Es una mezcla de intuición y ese toque de ‘bruja’ que desarrollamos”, cuenta. Preguntó en casa, pero Lukas esquivó las respuestas. Solo dijo que había escrito algo.
El día del encuentro en la escuela, la incertidumbre creció. “La preceptora me dijo que mi hijo era muy bueno, educado, que nunca tenían problemas con él. Eso me sonó todavía más extraño”, relata. Hasta que llegó la frase que lo cambió todo: “Él escribió algo en tercera persona, cómo le gustaría sentirse o cómo le gustaría verse. Es decir, es un chico trans”.
Verónica recuerda ese instante como si hubiera quedado suspendida en el aire. “Me sentí como en un sueño. Mi primer pensamiento fue: ‘¿Por qué ocultarlo?’. Me sorprendió, sí, y sentí enojo, pero también culpa. Pensé: ‘¿Tan mala madre soy que no lo vi?’”. En medio del silencio, la docente sumó algo más: “Tiene derecho, hay una ley que lo ampara. A él le gustaría que lo llamen Lukas”.
“Yo seguía muda, con un nudo en la garganta. Lo único que pude decir fue: ‘Yo lo apoyo en lo que él quiera. Ahí voy a estar’”, recuerda. Después vino el llanto, la confusión y una sensación difícil de explicar. “Era como si me hubieran arrebatado a alguien y, de repente, aparecía alguien nuevo. Pero al mismo tiempo, lo único que quería era abrazarlo”.
El camino no fue sencillo. Verónica buscó información, pidió ayuda, habló, preguntó. “Sentía miedo y aún lo siento a veces. La verdad es un camino difícil, con mucho temor por lo que le puede pasar, pero como madre trato de ser fuerte y acompañarlo en todo”, dice. También habla del proceso interno que implicó aprender a soltar. “Cuesta soltar, cuesta dejar ir la historia que una escribe para sus hijos”.
De a poco la familia se acostumbró al nombre y a la identidad
De a poco, la familia se fue acostumbrando al nombre, a la identidad, a la nueva forma de mirarlo. “Toda la familia lo ama. Es nuestro héroe, porque ni yo hubiera tenido tanta fuerza para buscar mi propia libertad”, asegura. Reconoce que el proceso no es lineal, que hay errores y aprendizajes. “Fueron meses hasta que realmente lo sentí Lukas, pero el amor siempre estuvo”.
Hoy, al mirar hacia adelante, Verónica entiende que la historia se reescribió para todos. “Ya no veo la historia que yo escribí para él, sino su propia historia. Y en esa nueva historia, la mía también cambió”, reflexiona. “Porque la verdadera libertad no es solo encontrar quién sos, sino permitir que los que amás también lo hagan”.
En este cierre de año, mientras esperan el DNI y sueñan con un futuro más justo, el deseo de esta mamá es simple y enorme a la vez: que Lukas sea feliz, libre y acompañado. Y que el año nuevo llegue con más amor que miedo.




