Siempre juntos

Reina y Daniel, la pareja que se conoció en situación de calle y se casó en una iglesia de Mendoza

Se conocieron en situación de calle, se enamoraron en una plaza y se casaron en una iglesia de Mendoza

Por primera vez en mucho tiempo, Reina vio a Daniel realmente feliz. Bailaban en plena celebración de su boda, en el patio del templo Nuestra Señora De la Merced, en la Ciudad de Mendoza. Daniel reía, se emocionaba, y ella también. Era un momento soñado, inimaginable tiempo atrás, cuando no tenían ni un techo bajo el cual dormir. Eran personas en situación de calle. Personas que vivían una historia de amor.

Embed - Casamiento de Reina y Daniel

“Vivíamos en la calle. Yo sin esperanza y él sin familia. Pero nos encontramos”, recuerda Reina a Diario UNO.

Reina y Daniel son el símbolo de lo que el amor puede lograr, incluso en los rincones más duros de la sociedad. Hoy están casados y trabajan, pero la lucha no termina: alquilan una piecita helada en Guaymallén, sin agua caliente, con un baño precario, y sin suficientes frazadas para enfrentar el invierno.

“Paso mucho frío, y eso me ha enfermado. Necesitamos un lugar mejor para vivir, aunque sea chiquito, pero digno”, comenta Reina.

Un encuentro en la calle y el inicio de un amor

Melchora Caucota, más conocida como “Reina”, tiene 53 años y es salteña. Daniel nació en Mendoza. Se conocieron en situación de calle, sin nada, ni siquiera una dirección. Fue una noche cualquiera en la Plaza Sarmiento, pero terminó marcando un antes y un después.

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Ambos tuvieron una vida difícil. Quedaron en la calle y se conocieron en plaza Sarmiento comiendo empanadas.

Ambos tuvieron una vida difícil. Quedaron en la calle y se conocieron en plaza Sarmiento comiendo empanadas.

“Alguien nos dio empanadas para repartir entre los que estábamos deambulando por ahí. Daniel y su amigo me ofrecieron cenar con ellos y empezamos a hablar. Así comenzó todo”, recuerda ella.

Al principio fueron confidentes. Daniel, sin embargo, supo desde el comienzo que ese vínculo iba más allá. “Parecía que el destino nos había unido. Encontré a una gran compañera, una mujer trabajadora y buena gente que sabe cuidarme”, dice.

Los golpes del pasado y la lucha diaria por sobrevivir

Daniel vivió toda su vida en el barrio La Favorita, pero perdió todo cuando falleció su madre. La casa familiar fue rematada por deudas y, tras un tiempo en casa de un hermano, quedó definitivamente en la calle.

“Estuve mucho tiempo durmiendo en plazas, en la Terminal, cuidando autos, haciendo changas. Una vez, por las heladas, terminé con un pulmón dañado y con drenaje en el hospital”, cuenta.

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Reina por fin se puso un vestido de novia. La fiesta reunió a toda la gente de la Pastoral de Calle.

Reina por fin se puso un vestido de novia. La fiesta reunió a toda la gente de la Pastoral de Calle.

Reina tampoco la tuvo fácil. Tras una separación conflictiva, sus hijos quedaron con su padre en Tunuyán. Volvió a Salta, pero pronto regresó a Mendoza sin plata ni rumbo.

“Dormí en la calle durante tres años. Una tarde me dieron una patada y me destrozaron la nariz”, relata.

En medio de ese contexto de abandono, encontrar al otro fue un soplo de vida. “Ese amigo que me regaló empanadas un día se transformó en mi esposo. Y también en mi esperanza”, dice Reina.

“Me cambió la vida”, dice Reina

Reina no duda al decirlo: “Daniel me cambió la vida por completo. Estaba triste, angustiada, lloraba todos los días. Me llenó de alegría y felicidad. Me enamoré enseguida”.

Pese a la precariedad, lograron mantenerse juntos. Pasaron noches al aire libre, trabajaron en ferias, vendieron cosas usadas. Luego ambos consiguieron empleos en el área de limpieza de un shopping y lograron alquilar una pequeña pieza en Guaymallén.

Una boda entre afectos y mucha dignidad

El templo Nuestra Señora De la Merced fue el escenario del día más feliz de sus vidas. Allí funciona el Patio Callejero, un espacio de la Pastoral de Calle que acompaña a personas en situación de vulnerabilidad. No solo les brindó contención, comida y afecto: también fue el lugar donde se casaron.

Cristian “Kiki” García, coordinador de la Pastoral y padrino de bautismo de Reina, fue también el padrino de boda.

Esa tarde hubo de todo: vestido blanco, maquillaje, torta, vals y emoción. Participaron familiares, amigos y otras personas en situación de calle que, como ellos, encontraron en el Patio Callejero un refugio.

Reina recuerda ese momento con ternura. “Siempre soñé con casarme. De chica imaginaba entrar de blanco del brazo de mi papá. A los 51 lo hice del brazo de mi hijo”, confiesa. Fue ella quien propuso el matrimonio: “Le pregunté a Daniel si quería casarse conmigo. Se sorprendió, pero enseguida empezamos a organizar todo”.

Hoy ella vende ropa en ferias y él trabaja de limpieza

Hoy, Reina y Daniel siguen trabajando, pero lo que ganan apenas alcanza. Ella vende ropa usada en ferias; él hace tareas de limpieza en el mercado municipal. Y mientras tanto, luchan contra el frío y la humedad.

“No tengo agua caliente para bañarme. Solo tengo una colcha. Necesito frazadas, un calefactor. Algo que me permita pasar el invierno sin enfermarme”, expresa Reina.

Sueñan con alquilar un lugar un poco más amplio, más cálido, con baño en condiciones y agua caliente. Un lugar donde, quizás, puedan vivir junto a los dos hijos más chicos de Reina.

Cómo ayudar: el teléfono de Reina es 261 707-5674