Marcos Rodríguez y Nadya Martínez llevan 15 años juntos y este miércoles, en complicidad con el personal del Aeroclub de La Puntilla, Marcos ideó una manera original y emocionante de pedirle casamiento a su novia: a bordo de una avioneta.
Marcos Rodríguez y Nadya Martínez llevan 15 años juntos y este miércoles, en complicidad con el personal del Aeroclub de La Puntilla, Marcos ideó una manera original y emocionante de pedirle casamiento a su novia: a bordo de una avioneta.
Con el piloto y una empleada del aeroclub como testigos—esta última “invitada” especialmente para filmar el momento—Marcos, que había ensayado cuidadosamente las palabras, miró a Nadya, le entregó el anillo y… se quedó mudo.
“Pero yo sabía perfectamente lo que estaba expresando y no podía creer que me estuviera pidiendo casamiento”, contó ella a Diario UNO. “Le preguntaba una y otra vez si era cierto”, recordó entre risas.
Oriundo de Godoy Cruz, Marcos quería alejarse de los tradicionales pedidos de matrimonio en restaurantes o durante viajes. “Simplemente quería proponerle casamiento en un lugar distinto, salir de lo habitual. Como en mi trabajo se suelen hacer sorteos, le dije que me había ganado un vuelo de bautismo. No es fácil ocultarle cosas a Nadya porque ella siempre quiere saber todo lo que pasa en el mundo”, confesó entre carcajadas.
A pesar de lo meticuloso del plan, las condiciones climáticas jugaron en contra y obligaron a reprogramar el vuelo en tres oportunidades. Sin embargo, la espera valió la pena.
Finalmente, el miércoles, en un día despejado y con el piloto Agustín Chiconi al mando, despegaron. Junto a ellos viajaba Irina, empleada del aeroclub, quien tenía la misión secreta de registrar el momento.
El vuelo estaba previsto para durar una hora, aunque fue un poco más corto. Sobrevolaron la zona de Tupungato y, cada vez que el piloto divisaba un paisaje especial o una bodega pintoresca, realizaba maniobras para apreciarlo mejor. El clima acompañó, permitiéndoles disfrutar de una vista espectacular.
Mientras sobrevolaban Mendoza, Marcos tenía el anillo cuidadosamente guardado, esperando el instante perfecto para hacer la gran pregunta. Cuando el avión ya estaba de regreso, sacó el anillo… pero las palabras no le salieron.
“Se quedó en shock. Lo único que hacía era mirarme, pero yo entendía absolutamente todo”, relató Nadya, emocionada. “Igual, le pregunté muchas veces si era verdad”, agregó, divertida.
Ahora, los futuros esposos disfrutan de unas merecidas vacaciones, aunque ya empezaron a planear su boda.
“La vamos a costear íntegramente nosotros, por eso nos llevará tiempo. Pero a fin de año o a principios del próximo lo vamos a concretar”, aseguraron, ilusionados.
Lo que está claro es que, con esta propuesta inolvidable, la vara ha quedado alta para lo que viene.