Personajes entrañables

Quién era Milagros, la piba más querida del futsal mendocino

Milagros Arabena, tenía 19 años, era jugadora de futsal, y falleció por una fulminante leucemia. La despedida se viralizó en las redes, con muestras de dolor

Ella tenía 19 años, se llamaba Milagros Arabena y amaba el deporte, en especial el fútbol, y no se dejó frenar por ningún tipo de barrera, desplegando las alas de su espíritu inquieto en la canchas, ya fueran de tierra, pasto o las pistas del futsal, donde se hizo más querida y reconocida. Solo la inexorable muerte pudo frenar su dinamismo, y se fue tranquila, rodeada de amor, un amor y cariño que se hizo viral en las redes sociales.

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Milagros Arabena era de Las Heras, y por eso supo vestir los colores de UJEMVI, aunque su alma indomable la llevó también un tiempo a lucir los colores de la Universidad Maza. También jugó en Las Pumas, en cancha grande. La pasión por el fútbol la heredó de su papá, entusiasta y trajinador de cuanta canchita haya, para jugar esos épicos desafíos barriales. Allí, junto a él, estaba la niña que comenzó a patear un fútbol número cinco para no aburrirse, y luego pasó a asombrar a los amigos del papá, que se maravillaban con las habilidades de la nena precoz.

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"En la familia estamos bien, en paz. Sabemos que ella vivió feliz, hizo todo lo que quiso. ¿Quería jugar al futsal? -lo hizo. En otra oportunidad quiso jugar en cancha grande, le compré los botines y lo hizo. Luego volvió al futsal con sus amigos. hacía lo que quería", explicó Roberto Arabena, su papá, con el dolor aún latente, pero orgulloso de su hija.

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"Mis amigos y yo teníamos un equipo que andaba re bien en Las Heras. Nos invitaban a jugar de todos lados a campeonatos de barrio. Muchas veces, como no tenía con quien dejarla -estaba separado de la mamá- me la llevaba conmigo a los partidos. Ahí le empezó a gustar, y ya me exigía que la llevara. Mis amigos, encantados con ella. La cuidaban y jugaban con ella a la pelota a la orilla de la cancha mientras otros jugaban", explicó Roberto sobre el nacimiento de la pasión futbolera de Milagros.

Después se apasionó con el futsal, y jugaba como pivot. Los compañeros y rivales la conocían como la "Zurdita", y tras su partida, el 25 de agosto pasado, las muestras de dolor se hicieron virales en las redes sociales. Según contó una tía, Milagros se fue "vestida con su ropa de fútbol y sus botines puestos". Las amigas le dejaron cartitas, cadenitas y otros pequeños obsequios, y en el entierro, todos los chicos presentes corearon "zurdaaaaa".

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Un final inesperado y fugaz

En pocos días la jovencita pasó de un dolor de cabeza a quedar internada, y a los días se produjo su partida. "Un día me dijo que le dolía la cabeza. Pensé que era un estado gripal, y le preparé un té -remedio casero- pero le siguió el dolor. Fuimos dos veces al (hospital) Carrillo, pero estaban de paro y sólo atendían urgencias, así que a nosotros, por un dolor de cabeza, no nos atendieron", explicó el papá de la futbolista, que mencionó su propia extrañeza, ya que ella "nunca se había enfermado ni sentido dolor alguno.

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"Al jueves, la madre la llevó a un médico particular, porque le sangraban las encías. El doctor la vio y la mandó a internar de inmediato en el Hospital Central, ya que los síntomas eran de leucemia. Yo me entero de esto (diagnóstico) por ella. Hasta para eso era buena; buscó la manera más dulce de decírmelo. "papá, te lo quiero decir yo, no quiero que te enterés por otro lado. Tengo leucemia, pero hay que ver porque hay tratamientos, y no sabemos de que tipo es", me explicó. Ella no quería asustarme, pensaba en mí antes que en ella, que estaba enferma", recordó emocionado Roberto.

Rápidamente la salud de Milagros se fue deteriorando, le agarró neumonía, cada día empezó a empeorar. "Hice todo lo que pude para ayudarla. Recé noche y día en la iglesia donde voy, y el día que se fue, me retaron las enfermeras, porque hice entrar a todas las amigas del futsal que fueron a verla. Se fue feliz. Se despidió de la madre, Viviana Zorrilla, y yo me quedé con ella. A su mamá le pidió que no peleara más conmigo, que nos amaba a los dos. Tuvo dos derrames, la pasaron a terapia, y le pedí a a Dios, que si ella no iba a poder a tener su vida normal, que no sufriera más y se la llevara. Y así fue". detalló sobre la partida de la niña su papá.

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