Problemática social

Preocupa la salud mental de los adolescentes tras la pandemia, fenómeno del que Mendoza no es ajena

Según datos de un informe de Unicef, el 42% de los jóvenes experimentó ansiedad y depresión, mientras el 73% necesitó pedir ayuda por casusas emocionales. Una especialista explica el por qué del fenómeno.

Chicos y chicas en los que se han incrementado los episodios de angustia y ansiedad. Esta parece ser la realidad que viven muchos adolescentes después de la pandemia. Según un informe que realizó la Unicef en más de 9 países de América Latina y el Caribe, en los que se encuestó casi a 8.500 jóvenes de entre 13 y 29 años, el 27% de ellos padeció ansiedad y el 15% depresión durante la pandemia. Mientras, el 73% experimentó la necesidad de pedir ayuda a sus familiares y amigos.

Diario UNO dialogó con dos especialistas en el tema: el médico endocrinólogo Pedro Esteves, especialista en adolescentes y la psicóloga y magister en Mediación Familiar, Nancy Caballero. Ambos explicaron a qué se deben estos sentimientos en los chicos, cuáles son las señales de alarma y acercaron algunos consejos para madres, padres, docentes y adultos preocupados por esta problemática.

Datos que alarman sobre la salud mental de los adolescente

Según un informe elaborado por Unicef, durante los meses de pandemia, la salud de mental de los adolescentes se vio seriamente afectada.

De 8.444 jóvenes que participaron en un sondeo propuesto por esta institución a través de una plataforma digital, el 42% dijo haber experimentado ansiedad y depresión.

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Cuando la consulta fue por las causas que les habían generado estos sentimientos, el 30% de los encuestados se refirió a las condiciones económicas tanto propias como de su entorno.

En el caso de realizar actividades que antes disfrutaban, el 46% dijo no sentir la misma motivación que antes de la pandemia. Mientras, el 36% aseguró sentirse menos predispuesto para realizar las tareas de todos los días.

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En cuanto a su visión acerca del futuro, el 43% de las mujeres dijo sentirse pesimista al respecto, frente al 31% de los varones que experimentó la misma angustia.

En tanto, el 73% jóvenes sintió la necesidad de pedir ayuda frente a su salud mental por motivos ligados a la pandemia a familiares y amigos.

Sobre los que no pidieron ayuda a su círculo íntimo, el 50% recurrió a centros de ayuda especializados, 26% a lugares de culto y 23% pidió ayuda en línea.

Adolescentes con miedo, depresión y ansiedad después de la pandemia

El doctor Pedro Esteves es una de las autoridades médicas más reconocidas de la provincia en lo que respecta a esta etapa del crecimiento tan determinante para la vida adulta. Además de ser el director del CENMAD (Centro de Medicina Adolescente) que funciona en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo, y del Espacio Adolescente, un centro privado en el que también se atienden a chicos y chicas, es autor de dos libros, “Te acompaño a crecer” y "Adolescentes en la encrucijada. Guía de salud para crecer más libres" (Premio Ida y Vuelta de Divulgación Científica 2020 de la EDIUNC).

Estevez y el equipo con el que trabaja, integrado por Yemina Marzetti, médica psiquiatra infanto juvenil, Iván Fernández, psicólogo, y Fabián Díaz pediatra especializado en adolescentes, intentaron echar luz sobre cómo están viviendo la post pandemia los adolescentes.

Según explicó el equipo de especialistas, se han incrementado considerablemente las consultas de chicos y chicas con problemas de miedo, depresión y ansiedad. La vuelta a la normalidad y la presencialidad en la atención les está permitiendo ver las consecuencias que la pandemia han provocado en estos jóvenes.

Lo que explicaron, es que en esta etapa que de por sí es de extrema sensibilidad y vulnerabilidad. la pandemia reforzó las dificultades en chicos que ya tenían mayor predisposición, pero también ha afectado a los que no habían experimentado conflictos o problemas de su salud mental. Los miedos normales en esta etapa se amplificaron, y aparecieron otros, como el miedo a perder a los familiares, o a contagiarlos, con el consabido sentimiento de culpa al respecto. Además, se presentó la incertidumbre con respecto a sí mismos y a los vínculos, tanto en la familia como con los amigos y amigas.

"Sin lugar a dudas la pandemia impacto fuertemente a los adolescentes. El área social fue la más afectada y claramente fue la que más repercutió en lo emocional", aseguró Esteves.

Tal y como lo manifestó, es en esta etapa en la que los chicos y chicas se encuentran en la búsqueda constante de su identidad, y esta se logra más a nivel de grupo que en forma individual. De allí que las consecuencias de la pandemia han sido nefastas para la integración social indispensable

Una visión interesante fue la que aportó la psiquiatra Yemina Marzetti, quien señaló que en este periodo de vuelta a la presencialidad escolar plena, se han incrementado notablemente los trastornos del estado de ánimo, ansiedad y crisis de pánico, ya que en los adolescentes la temática recurrente es la de haber perdido la cotidianeidad con sus pares. La consecuencia de esto es una exacerbación del "miedo de perder a sus amigos". Según aclaró la doctora, estas son las propias palabras que utilizan los chicos en las consultas, y es llamativo cómo resuenan y coinciden entre los distintos pacientes.

por su parte, El pediatra Fabián Díaz señaló la vuelta a la escuela diaria como un disparador para mostrar cuánto les había afectado a los chicos y chicas la pandemia.

"La gran mayoría, expresó que perdieron situaciones muy importantes que no volverán a vivir, como cumpleaños de 15, campamentos, rituales del primer día de clases, cena de egresados, por ejemplo. Contaron que la pandemia les impidió pasar tiempo con amigos; con profesores, entrenadores".

Por otra parte, y pese a que en muchos casos el contacto excesivo con los familiares (padres y hermanos sobre todo) aumentó los conflictos vinculares, también en algunas circunstancias sirvió para conocer a las personas con las que se convive más de cerca y los resultados no fueron siempre negativos.

Sobre esta temática, la magister en Mediación Familiar, Nancy Caballero, destacó que en la adolescencia es una etapa de alta vulnerabilidad en la formación de la imagen personal, es por eso que la opinión de los pares, la lejanía o cercanía de amigos, pertenecer o no a un grupo se convierte en algo mucho más importante que simplemente sentirse querido o no. Esta intersubjetividad (mirarse en el espejo de otro) se convierte en un elemento fundamental en la formación de su autoimagen.

En la post pandemia, todos los momentos de angustia por el aislamiento, las actividades que al principio sirvieron para entretenerse y crear vínculos familiares, se convirtieron en una realidad agobiante. A esto se le debe sumar el estado general de incertidumbre de las familias que perdían sus ingresos, y vieron afectadas, en algunos casos profundamente, la economía de sus hogares, e incluso la suya propia.

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Además, y esto es sumamente destacable, los chicos, que en general no sienten miedo -por el contrario, tienen una sensación de omnipotencia, y de que a ellos eso no les va a pasar- vieron afectada su cotidianeidad con situaciones inesperadas: fallecimiento de sus seres queridos, o de parientes y amigos.

En pandemia el contacto con la muerte y la conciencia de finitud llevó a muchos chicos a “ideaciones suicidas” que no significa que lo harían, pero era una idea anclada, que volvía y se quedaba rondando en su cabeza. Muchas veces alentados por ídolos de internet que juegan y bromean con esos temas. Otros adolescentes realmente no pudieron afrontar la soledad y el aislamiento y se incrementó notablemente el número de suicidios juveniles.

Según la profesional, que atiende a diario situaciones familiares conflictivas, el aislamiento potenció fobias, temores, estados panicosos.

La "visión de túnel"

Después de la pandemia, hubo diferentes reacciones vinculadas con el post aislamiento, pero en ninguna dejó de estar presente la huella de lo vivido. Porque, tal y como lo explicó la especialista, a su edad, dos años es un gran porcentaje de su vida.

Las depresiones en los niños y adolescentes no siempre se manifiestan como en los adultos, en muchos casos aparecen con signos de ira más que de llanto. Lo que si es similar es la falta de energía, el sentir que sobra en el mundo, que su existencia no tiene sentido, que nadie notará su ausencia. Crisis existenciales propias de la edad ponen en los adolescentes, como decía el psicólogo estadounidense Aarón T. Beck, a una “visión de túnel”. En un túnel no se puede realizar movimientos como doblar, o ir a una banquina a esperar. Eso mismo vivencian en la vida: no tengo nada para cambiar, no puedo hacer nada. A esto se le sumó la incapacidad de movilizarse y cambiar normas"

Los adolescentes que ante la posibilidad de salir lo hacen compulsivamente, como si fuera transitorio “antes que me encierren de nuevo”, y otros que desarrollaban pánico a salir y contagiarse.

Cada adolescente tiene una personalidad diferente, herramientas internas para afrontar situaciones difíciles, rasgos resilientes o no.

Ahora, deben hacer un nuevo encuadre, con muchos cuidados, pero retomando sus sueños, sus deseos, logrando pequeños planes de vida, y sobre todo entendiendo que sus vínculos deben volver a ser funcionales, asertivos, y que su ira se dirige a una situación intangible e imposible de cambiar como una pandemia, y no a quienes están, al igual que ellos intentando recobrar su vida.

Los adultos por lo tanto deberán volver a poner límites firmes, pero amorosos, entendiendo que no dejaron de ser sus hijos, son adolescentes aún desconcertados porque un virus detuvo sus vidas.

Desórdenes y cambios de hábitos

Entre las causas más importantes del estado de ansiedad que presentan muchos jóvenes, se encuentran la tendencia a una vida mucho más desordenada que antes de la pandemia, y con grandes cambios de hábitos, desde la forma de comer, las horas de sueño, más sedentarismo y grandes consecuencias de esto, como el sobrepreso, los trastornos alimentarios y la baja autoestima, derivada de lo anterior.

El resultado es que más frecuentemente los adolescentes concurren a las consultas con cuadros de angustia y ansiedad, y en algunos casos, se ha tenido que recurrir a la medicación.

Los médicos explicaron que si bien todos los seres humanos nos hemos visto afectados de una u otra manera por la pandemia, en la adolescencia todo se percibe de manera más intensa, por lo tanto, esto ha ocurrido con el desconcierto, la incertidumbre sobre la duración de los efectos de la pandemia (aislamiento, cuarentena, ingreso a la llamada nueva normalidad)

A este tipo de desconcierto, se le suma el que tiene que ver con la insatisfacción con el propio cuerpo. Algo les preocupa también a los especialistas: los adolescentes de la pandemia, han tenido que vivenciar nuevos duelos (además de los propios de la etapa) que otros adolescentes contemporáneos no vivieron. Además de aquellos que perdieron a un ser querido en esta etapa.

Todo esto ha logrado que aquellas dificultades emocionales o trastornos propiamente dichos, aumenten, ya sea en su frecuencia o en la intensidad de los síntomas. En especial la ansiedad, que vemos que se ha disparado a niveles alarmantes, sumado a los escasos recursos que muchos adolescentes tienen a la hora de hacerle frente. Recursos que durante la “normalidad” digamos pre pandémica, tenían conductas que les permitían incorporar esos mecanismos.

Señales en los adolescentes que deben encender las alertas de los adultos

Esteves y el equipo del CENMAD explicaron que, aquellas personas que están a cargo de adolescentes, tienen que estar atentos principalmente a cambios bruscos de conducta. Si un chico que se venía comportando de una manera, y de repente hizo un cambio repentino, es señal de que algo fuera de lo normal está ocurriendo en su vida. Para esto, el diálogo es la mejor herramienta con la que contamos.

El diálogo debe ser enfrentado sin miedo por parte de los adultos. Realizar preguntas directas, aún afrontando el temor a despertar algún tipo de idea que los chicos no han tenido hasta el momento, o simplemente, el miedo de encontrarse con preguntas de las que no se sabe la respuesta.

Sin embargo, lo que destacaron es que también reconocer que como adultos carecemos de estas respuestas, pero que nos vamos a esforzar en buscarlas con ellos, genera un vínculo de confianza y de compromiso entre adolescentes y adultos.

Otras señales para atender son el retraimiento, la evitación de salir de la casa, la irritabilidad sostenida, cambios en el rendimiento académico, alteraciones entre el sueño y la vigilia, trastornos alimentarios, ansiedad para enfrentar situaciones como salidas, escuela y exámenes, miedo a enfermarse y una de las más preocupantes: autolesiones.

Según el profesional "nunca se debe subestimar si un adolescente manifiesta ideas de autoagresión, o suicidio. “el que lo dice no lo hace", siempre que un adolescente manifieste esto, es imprescindible consultar"

Consejos para adultos preocupados

Lo que siempre se debe tener en cuenta es que ponerle palabras a los conflictos baja los niveles de agresividad y de incertidumbre. Desde los adultos, lo que se puede hacer es verbalizar cómo ellos mismos han vivido el aislamiento

Además, se debe trabajar en la reconstrucción de los vínculos con los pares y con otros adultos que son significativos en sus vidas.

El diálogo y la escucha activa, el reconocimiento de la limitación de losa adultos para resolver todas las situaciones, y la propuesta de buscar asesoramiento fuera de la casa, a otros familiares e incluso a profesionales, ayuda a enfrentar situaciones traumáticas como estas.

"Es necesario estar atentos y presentes sin atosigar", sostuvo el médico.

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