Mejora la salud digestiva: Tomar aceite de oliva en ayunas puede actuar como un suave laxante natural, ayudando a combatir el estreñimiento. También protege la mucosa gástrica y favorece el tránsito intestinal.
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Reduce la inflamación: Gracias a su alto contenido en óleo cantal, un compuesto con efectos antiinflamatorios similares al ibuprofeno, ayuda a reducir la inflamación crónica, un factor clave en enfermedades como la artritis y problemas cardiovasculares.
Protege el corazón: El aceite de oliva contiene grasas monoinsaturadas, que ayudan a reducir el colesterol LDL (malo) y aumentar el HDL (bueno). Esto disminuye el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
Regula el azúcar en sangre: Varios estudios han demostrado que el consumo regular de aceite de oliva puede mejorar la sensibilidad a la insulina y ayudar a controlar los niveles de glucosa en personas con diabetes tipo 2 o pre diabetes.
Mejora la salud cerebral: Los antioxidantes del aceite de oliva pueden proteger las neuronas del daño oxidativo y están asociados con un menor riesgo de deterioro cognitivo y enfermedades como el Alzheimer.
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¿Cómo se toma el aceite de oliva para aprovechar sus beneficios?
Lo ideal es consumir una cucharada de aceite de oliva extra virgen al día(unos 10-15 ml). Puedes hacerlo:
- En ayunas, solo o con un poco de agua con limón.
- Durante las comidas, por ejemplo, rociado sobre ensaladas o verduras cocidas.
- Con pan integral, como parte de un desayuno saludable.
- Asegúrate de elegir aceite de oliva extra virgen, ya que conserva mejor sus propiedades nutricionales.
Aunque es un alimento saludable, el aceite de oliva sigue siendo una grasa, por lo que debe consumirse con moderación dentro de una dieta equilibrada. Si tienes problemas hepáticos, colesterol muy alto o estás bajo un tratamiento médico, consulta con un especialista antes de incorporar cualquier suplemento alimenticio.