El nombre de Chile parece tan simple, que pocos se detienen a preguntarse de dónde viene. Sin embargo, el origen del nombre de este país de América del Sur está envuelto en historia, leyendas y un poco de confusión que ha viajado por siglos.
El nombre de Chile parece tan simple, que pocos se detienen a preguntarse de dónde viene. Sin embargo, el origen del nombre de este país de América del Sur está envuelto en historia, leyendas y un poco de confusión que ha viajado por siglos.
A diferencia de lo que muchos creen, no fue un conquistador español quien lo bautizó por capricho, ni un mapa antiguo el que dejó plasmado el nombre por primera vez. Te contamos sobre el origen del nombre de Chile.
Existen varias teorías sobre el origen de Chile. Una de las más aceptadas sugiere que proviene de la palabra “chili” o “tchili”, utilizada por los pueblos originarios del norte del país, cerca del desierto de Atacama. Para ellos, la palabra significaba algo así como “donde termina la tierra” o “tierra de los extremos”, haciendo referencia a la vasta extensión de montañas, valles y desiertos que parecían no tener fin.
Otra teoría es que hace más de dos siglos, el jesuita chileno Juan Ignacio Molina defendía la idea de que “Chile” venía del canto del trile, un pájaro local cuyo canto sonaría como “chile, chile”. Según él, los españoles al llegar por primera vez al territorio habrían adaptado esa palabra al castellano, y así habría quedado bautizado el país de América del Sur.
Otra versión más misteriosa relaciona el nombre con un cacique local que, según los cronistas de la época, se llamaba Chilli. Al llegar los conquistadores españoles, habrían adoptado su nombre para referirse a toda la región que dominaba, sin imaginar que siglos después se convertiría en el nombre oficial de una nación. Esta teoría tiene un aire casi legendario, como si el espíritu de aquel líder indígena hubiese quedado grabado en la identidad de este país de América del Sur.
También hay quienes apuntan a un origen más geográfico-lingüístico: los pueblos aimaras y quechuas usaban sonidos similares para referirse al sur, a los lugares fríos o a los territorios remotos. Con el tiempo, esos términos se habrían adaptado a la lengua española hasta transformarse en Chile, un nombre que hoy todos reconocemos, pero que guarda en su pronunciación y sus raíces un eco de los antiguos habitantes de la región.