Embed - Se recibió a los 82 años
Desde esa pertenencia profunda es que eligió enfocar su tesis en el Valle de Uco. No fue sólo un tema académico, fue un acto de amor. En su investigación abordó el potencial turístico de la región desde una mirada integral: naturaleza, historia, cultura, producción económica, y sobre todo, identidad.
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El último final, este lunes. En 1968 también se recibió de ingeniero.
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El análisis socioespacial de ese territorio no fue una tarea menor para alguien que, como él mismo reconoce, no tiene ya la misma memoria de los 20 años. Pero Hugo se propuso terminar lo que empezó. Y lo logró.
De Mendoza al mundo, con el corazón intacto
A los 17 años se mudó a San Juan para estudiar Ingeniería Química en la Universidad Nacional de Cuyo. Allí se casó con Graciela Sarasúa, una sanjuanina con quien compartió toda una vida. Se casaron en una pequeña iglesia en Avenida Libertador y Ramón y Cajal, y aunque ella ya no está, Hugo habla con cariño intacto. “Fue una gran compañera”.
Luego vinieron los cambios: Campana primero, y en 1975 Bahía Blanca, donde se instaló de forma definitiva para trabajar en el Polo Petroquímico, que recién empezaba. Hugo fue protagonista de ese proceso: trabajó en Petroquímica Bahía Blanca, Dow Chemical, Profertil, y fue titular de la Asociación Industrial Química local. Dedicó 50 años a la industria.
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En el medio de la carrera Hugo se contagió de Covid. Fue hospitalizado. Se recuperó y siguió estudiando.
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En paralelo, formó una familia. Tuvo cuatro hijos —Cecilia, María Victoria, Agustín y Juan—, todos universitarios, y hoy tiene ocho nietos. Algunos de ellos también siguieron sus pasos académicos: una se recibió de médica y otro estudia Ingeniería en la misma universidad en la que él acaba de graduarse.
“Compartir la UNS con mis nietos como estudiantes al mismo tiempo fue algo impensado”, cuenta, aún sorprendido.
El regreso a las aulas a estudiar licenciatura en Turismo
En 2016, con 73 años y ya jubilado, Hugo decidió que quería volver a aprender. “Había viajado mucho por trabajo, pero quería saber más del mundo. Me interesaba el turismo como campo de conocimiento. Y también fue una manera de mantener la mente activa, de no quedarme. Además, la soledad es dura”, confiesa.
Ese deseo coincidió con una etapa difícil. La pérdida de su esposa, el silencio de la casa, el paso del tiempo. Estudiar fue también un modo de resistencia. “La cabeza ocupada ayuda muchísimo. Me salvó”, dice sin vueltas.
Con sus hijos. Hugo Simoni tiene 82 años y egresó de la carrera de Turismo..jpg
Junto a sus hijos. Hugo está orgulloso de sus hijos y nietos, todos universitarios.
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La experiencia fue mucho más enriquecedora de lo que imaginaba. Se integró a un grupo de estudiantes jóvenes, muchos de los cuales tienen la edad de sus nietos. “La relación con mis compañeros fue hermosa. Me integraron, me ayudaron. Con los docentes también, una maravilla”, asegura.
Pero no todo fue fácil. En el medio apareció la pandemia de Covid. Hugo se enfermó gravemente y debió ser internado. La recuperación fue lenta. Perdió el ritmo. La tesis se postergó. Incluso cambió de tema. También se sumó la gran inundación en Bahía Blanca, que alteró los calendarios de toda la comunidad. Aun así, persistió.
Este lunes fue el día de la defensa: emoción, harina y aplausos
Finalmente, este lunes llegó el gran día. Hugo defendió su tesina frente a docentes y compañeros. Lo hizo con emoción, claridad y un dejo de humor. “No buscaba la fama, pero en fin, llegó”, bromeó. También pidió, como muchos egresados, que “por favor no le tiraran huevos”. Pero sus compañeros no le hicieron caso: lo bañaron en pintura, harina y espuma. “De todo, menos huevo”, se rió después.
Y salieron a comer y a festejar.
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Hugo señala con orgullo el cartel que identifica a Tupungato.
La emoción fue generalizada. La profesora Brenda Jonke, directora de su tesis, lo definió como un ejemplo de resiliencia, tenacidad y lucidez. “Representa a estos nuevos abuelos activos, independientes, que siguen proyectando. Me inspira”, dijo.
La docente Elena Torre, por su parte, recordó con sorpresa cuando lo vio entrar a su clase de Historia Argentina General: muchos años atrás, él había sido su jefe en un trabajo junto con la Petroquímica y el Municipio. “Fue un honor ser su profesora. No faltaba nunca, participaba con intervenciones brillantes. Nos enseñó que con perseverancia, todo se puede”, dijo.
Una historia que inspira y que empezó en Mendoza
Sus hijos y nietos no pueden estar más orgullosos. Pero además del orgullo, sienten gratitud. “Más allá de su trayectoria, mi papá siempre fue humilde. Nos enseñó valores con el ejemplo, sin discursos. Siempre puso la educación como una herramienta para crecer”, dice su hija María Victoria.
Y agrega: “Luego de una carrera brillante como ingeniero, que haya decidido empezar otra universidad y terminarla a los 82 años es algo que nos emociona y nos inspira. Pero lo más lindo es que haya encontrado, con esta tesis, una manera más de conectarse con su Mendoza querida, con su terruño. Volvió a sus raíces, a través del conocimiento”.
El Valle de Uco como punto de partida
El título de su investigación lo dice todo: “Valle de Uco (Mendoza-Argentina) como destino turístico, a partir de sus atributos naturales, históricos, humanos y económicos”. En ella, Hugo propone lineamientos para potenciar el desarrollo turístico de la región, con una mirada integral. Su enfoque combina lo académico con su experiencia vital, y pone en valor la riqueza del territorio, desde su paisaje y su producción hasta su gente.
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Hugo Simoni tiene 82 años. Este lunes salió con el título de licenciado en Turismo luego de defender su tesina sobre el Valle de Uco.
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La profesora Jonke destacó la profundidad de su análisis: “Es una investigación aplicada que puede ser útil para la planificación turística. Integra diversos atributos que hacen único al Valle”.
Un mensaje que atraviesa generaciones
Hugo no sólo se llevó un título. Se llevó una ovación. Se llevó abrazos, fotos, notas en los medios, mensajes de admiración. Pero más que eso, dejó una huella. “Estudiar me hizo bien al alma”, repite. Y basta con escucharlo para entender que no lo dice como una frase hecha.
Hoy, desde Bahía Blanca, Hugo mira hacia atrás con gratitud. Pero también hacia adelante, con proyectos. “Quiero seguir viajando. Seguir aprendiendo. Mientras la salud me acompañe, hay tanto por hacer”, dice.
Hugo Simoni volvió a abrazar su Mendoza con el lenguaje que más ama: el del conocimiento.