El Chrysler Building de Nueva York salió oficialmente a la venta, convirtiendo al rascacielos más reconocible de Manhattan en una oportunidad de inversión inesperada. Este ícono arquitectónico, que durante casi un siglo dominó el skyline neoyorquino, ahora enfrenta una realidad distinta a su época dorada.

Expertos inmobiliarios revelan que el edificio atraviesa serios problemas de mantenimiento. Los inquilinos reportan ascensores defectuosos, fuentes de agua turbia y plagas. "Es la historia de dos construcciones", explicó Ruth Colp-Haber, corredora inmobiliaria, al New York Times. "Es posiblemente la construcción más famosa del mundo, pero sus ventanas son más pequeñas que las de Hudson Yards".

El declive de Nueva York

Walter P. Chrysler, fundador de la compañía automotriz, encargó esta obra entre 1928 y 1930 como "un monumento a mí mismo". El arquitecto William Van Alen diseñó este rascacielos de 1,046 pies en estilo Art Déco. Durante un breve período, fue la estructura más alta del mundo hasta que el Empire State Building lo superó en 1931.

Michael Snyder, de Smithsonian Magazine, describió la construcción como "un signo de exclamación Art Déco que marca el final de una década optimista". Su aguja de acero inoxidable se convirtió en símbolo del poder industrial estadounidense. Miles de películas inmortalizaron su silueta distintiva.

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Este edificio es uno de los que define a Nueva York.

Este edificio es uno de los que define a Nueva York.

Cooper Union, propietaria del terreno, cobra alquiler al dueño del edificio. En 2008, Abu Dhabi adquirió el 90% por 800 millones de dólares. En 2019 lo vendió a RFR y Signa por apenas 150 millones.

Signa se declaró insolvente en 2023, y un tribunal austriaco ordenó la venta de su participación. Cooper Union inició el desalojo contra RFR por impago del alquiler. Actualmente, la universidad trabaja con Savills para gestionar la transacción.

Búsqueda de comprador

David Heller, vicepresidente ejecutivo de Savills, considera que existe "una gran oportunidad para reimaginar la joya de la corona del skyline de Nueva York". Woody Heller, de Branton Realty Services, afirma que "no hay muchos íconos globales en el mundo, y este es uno de ellos".

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Las tendencias arquitecturales actuales favorecen oficinas contemporáneas, popularizadas por empresas tecnológicas. Turistas disponen de numerosos rascacielos entre los cuales elegir. No obstante, algunos neoyorquinos mantienen la admiración por esta estructura histórica.

Sophie Smith, quien trabajó en el edificio, recuerda: "Caminar por el vestíbulo cada día era un placer". Heller añade que el precio podría ser atractivo si "se arregla y rejuvenece", considerando la recuperación del mercado tras la pandemia.

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