La comunidad científica reconoce formalmente una nueva enfermedad, una forma de diabetes que afecta a entre 20 y 25 millones de personas en todo el mundo. Su presencia es más común en Asia y África y los primeros registros de su existencia datan de hace más de 70 años, aunque permaneció prácticamente en el olvido hasta este momento.
Nueva enfermedad: qué es la diabetes tipo 5 y quiénes la padecen
Millones de personas en Asia y África padecen una enfermedad ligada a la desnutrición infantil que, tras 70 años, recibe un nombre oficial
Los manuales de medicina describen tradicionalmente tres tipos principales de diabetes. Esta condición, sin embargo, surge por una causa muy distinta. Un grupo de expertos se reunió en la India este año y la clasificó de manera formal para darle la visibilidad que necesita.
¿Qué diferencia a la diabetes tipo 5?
La diabetes tipo 5 se caracteriza por una secreción insuficiente de insulina, lo que eleva los niveles de glucosa en sangre, de manera parecida a otras variantes de diabetes. Las personas con esta condición suelen presentar bajo peso corporal y un historial de desnutrición que comienza en las primeras etapas de su vida.
Esta enfermedad no está asociada a la autoinmunidad, como sí ocurre con la diabetes tipo 1. Tampoco muestra la resistencia a la insulina que es habitual en la diabetes tipo 2. Los médicos consideran que la desnutrición crónica daña el páncreas a una edad temprana, lo que debilita de forma permanente las células que producen insulina.
El páncreas de los pacientes no logra fabricar suficiente insulina, pero sus células sí responden bien cuando se les administra como parte de un tratamiento. Este debe gestionarse con mucho cuidado, ya que un exceso de insulina combinado con una ingesta insuficiente de alimentos podría causar una caída peligrosa del azúcar en la sangre.
Un estudio reciente, denominado YODA, renovó el interés por esta afección. La investigación se propuso analizar la diabetes tipo 1 en jóvenes adultos de Camerún, Uganda y Sudáfrica. El descubrimiento fue que aproximadamente dos tercios de los participantes carecían de los marcadores autoinmunes típicos de la diabetes tipo 1, lo que apuntaba a un tipo distinto de diabetes con deficiencia de insulina.
Un largo camino hacia el reconocimiento de la enfermedad
La condición ya había sido observada en el pasado. Durante la década de 1950, el médico británico Philip Hugh-Jones atendió en Jamaica a un grupo de trece pacientes cuyos síntomas no correspondían ni a la diabetes tipo 1 ni a la tipo 2. Él la denominó "tipo J", por Jamaica, pero la etiqueta se perdió con el tiempo.
Nombrar correctamente una enfermedad guía a los médicos hacia las mejores opciones de tratamiento. También facilita que los investigadores puedan seguir su prevalencia e identificar qué factores influyen en la evolución de los pacientes. La falta de estudios la mantuvo en un segundo plano durante décadas.
Chittaranjan Yajnik, coautor de una declaración de consenso internacional sobre la diabetes tipo 5, subraya la importancia de este paso. "Necesita más investigación y financiación para estudiar sus causas, su mecanismo y su tratamiento", explicó. "El nombre es importante para atraer la atención de las partes interesadas y las oportunidades de financiación. De lo contrario, se perderá en el ruido de fondo de las variedades comunes de diabetes".