Cada 16 de julio los católicos celebran el día de la Virgen del Carmen (Santa María del Monte Carmelo), que tiene mucho arraigo en nuestro país, especialmente en Mendoza y Cuyo, donde es la protectora. José de San Martín la nombró generala del Ejército de los Andes. Entre otras instituciones que tienen a esta advocación de la Virgen como santa patrona, está el Servicio Penitenciario Provincial, que celebra así también su día. Una tarea tan dura como es la de mantener separados, y tratar de reinsertar
 en la sociedad a quienes han delinquido, no le es ajeno a una mujer, y un ejemplo de estos es Marilú Rojo, la directora de la Unidad Penal III, de mujeres que está en el Borbollón, Las Heras, que contó como es este duro trabajo.

María Luisa Rojo hace 23 años que pertenece al Servicio Penitenciario Provincial, ingresó a sus 27 años, luego de trabajar en el comercio, y desde ahí recorrió casi todas las unidades y con distintas funciones. "Hay algo muy bueno en el servicio, y es que aquí pudimos capacitarnos e ir creciendo, así pude llegar a ser directora de esta unidad (Unidad III de Mujeres)", explicó Marilú.

Rojo estuvo en Almafuerte, en Boulogne Sur Mer, en la Alcaidía II (Mujeres con niños) y actualmente está en el Borbollón (Unidad III).

Cómo se vive en un penal

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Contrariamente a lo que se piensa, que en las cárceles hay un ambiente siniestro, de enfrentamiento permanente entre guardias y presos, quien fuera agente, pasara por Recursos Humanos, Administración y subjefaturas, cuenta la realidad que ha vivido en carne propia: "En esta profesión se viven momentos muy tristes, porque uno tiene empatía con los internos, se le hace carne el sufrimiento de ellos. Uno ve en las películas e imagina que ahí te insultan, pero nada que ver".

Y agrega: "Se hace mucho trabajo dinámico; entre la gente de seguridad, la de tratamiento (educación o apoyo psicológico), y la de trabajo social".

"En la Alcaidía de Mujeres se hace el trabajo más delicado. Ahí están las internas con sus hijos, y se debe trabajar con ambos, para que el niño -que está hasta cumplir cuatro años- no sienta que 'está preso', y que su madre pueda prepararse para no retornar más. El ambiente es cálido desde su decoración, hay buen trato entre todos y los niños van adaptándose de pequeños a volver con su familia fuera del penal", explica Rojo sobre el lugar que más la marcó en su carrera como penitenciaria.

"Acá no hay enemigos entre internos y guardias. Se puede ver la relación entre el interno y el personal, o conmigo, como directora. Yo entro al penal y las chicas me saludan con un beso" "Acá no hay enemigos entre internos y guardias. Se puede ver la relación entre el interno y el personal, o conmigo, como directora. Yo entro al penal y las chicas me saludan con un beso"

Marilú Rojo, directora de la Unidad Penal III

Reinserción y reincidencia

Durante la charla, y tocando un tema preponderante: la reinserción de quien delinquió, Marilú hace una diferencia entre el hombre y la mujer: "Cuando la mujer pierde la libertad, se desarma una familia. Uno se da cuenta especialmente los días jueves, cuando vienen las visitas, al retirarse, se ve lo más triste, el llanto de los niños, eso marca a la mujer, que no quiere vivir eso dolor. Hay muy poca reincidencia entre las mujeres comparadas con el hombre".

"Acá se las capacita desde cero a las chicas. Si es analfabeta se le da educación primaria, y luego se busca que siga con la escuela secundaria, y hasta con estudios terciarios. Está el caso emblemático de la mamá de Yoryi, que hizo todos niveles educativos con nosotros, y se recibió en la universidad. Tenía un título intermedio que le permitía, cuando salió del penal, dar clases y poder trabajar", dijo María Luisa, que extendió el análisis de los alcances de la preparación para que puedan ganarse la vida honestamente y no tenga que quebrantar la ley.

"La que no quiere estudiar tiene capacitaciones laborales, ya sea en el rubro textil o de panadería. Cuando logran la libertad se les hace un seguimiento y hasta se les facilita una máquina de coser o un horno pizzero con insumos, para que pueda ganarse la vida", explicó la penitenciaria.

Una cuestión política

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En el discurso de este martes, el propio gobernador Alfredo Cornejo hizo hincapié en este tema clave de la Justicia. "En general, una persona condenada está pensando más en cómo recuperar la libertad y en cómo hacer para acceder a beneficios que le acorten su pena. Por lo tanto, está más preocupado por estudiar y trabajar, que son beneficios que le permiten acortar su condena. Están mucho más preocupados en eso que en obtener disturbios al interior del sistema. Su cabeza se reconfigura de otra manera”, cerró el gobernador.

Un servicio con historia

El Servicio Penitenciario provincial tiene una planta de 2791 personas (a diciembre de 2018), de los cuales 2615 se encuentran cumpliendo funciones en áreas del servicio penitenciario. La cantidad de personal perteneciente al Escalafón Profesional/Administrativo es de 749 y al Escalafón de Seguridad 2042, siendo 2.212 hombres y 579 mujeres.

Para repasar la historia penitenciaria local, hay que remontarse al gobierno más ilustre, el de don Don José de San Martín, quien durante su paso por nuestra provincia para la conformar el histórico Ejército de los Andes, destinó personal al cuidado y custodia de quienes alteraban el orden o incumplían con las estrictas normas disciplinarias.

Cuando San Martín ejerció la gobernación de Cuyo, dio buena cuenta de su interés por el problema carcelario. Fue él quien impulsó revolucionaria idea que las cárceles no son un castigo, sino un lugar para que quienes han equivocado su camino puedan reinsertarse a la sociedad, mediante el trabajo de toda un institución.

Recién en 1906 se realiza el primer censo carcelario por parte de Antonio Ballvé Director de la Penitenciaria Nacional, teniendo en la provincia de Mendoza para esa fecha 180 internos entre varones y mujeres alojados en el cabildo de la Ciudad actualmente el área fundacional, bajo el control y custodia de los llamados en esa época “Vigilantes”.

En 1910 se inauguró el actual Complejo Penitenciario Nº 1 Boulogne Sur Mer, sobre ocho hectáreas donadas por Don Emilio Civit, con la única condición de que esos terrenos fueran empleados para la construcción de una cárcel cuya piedra fundacional data de 1905 así comenzó en la provincia nuestro histórico servicio penitenciario a dar sus primeros pasos.

Buscando darle una impronta humanitaria, es que en los tiempos actuales se creación del Instituto de Formación Penitenciaria, que permite la formación del personal penitenciario así como otorgar a través de los convenios firmados con el Instituto de Seguridad Pública (IUSP) y la UNCuyo los títulos de tecnicatura y licenciatura en seguridad penitenciaria.

EL Servicio Penitenciario Provincial hoy encuadrado por el articulado de la ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad Nº 24.660, reafirma la premisa resocializadora del tratamiento de los internos que impregna su historia.