Desde Mendoza hasta Tallin, Estonia, hay más que kilómetros: un cambio radical en clima, cultura y estilo de vida. Luis Felipe Mohando es abogado y consultor, y vive hace casi dos décadas en este país báltico que para muchos suena a un lugar lejano, frío y desconocido.
Luis Felipe es mendocino, nacido y criado en Godoy Cruz, en el Gran Mendoza. “Viví un tiempo en Chacras cuando era muy chico, pero después con mi familia nos mudamos al centro, a la Peatonal, que cuando nos mudamos todavía no era peatonal, era avenida Sarmiento”, cuenta. Es el mayor de seis hermanos y fue alumno del colegio San José de los Hermanos Maristas. La crianza en Mendoza marcó su identidad, pero la vida le deparó un camino muy distinto.
Luis Felipe Mohando junto a su hijo en la costa del Mar Báltico.
Su llegada a Estonia no fue casual. Luis Felipe estudió Derecho en la Universidad Di Tella de Buenos Aires, donde estuvo cinco años desde 1997. Luego de un período trabajando en un estudio jurídico en Buenos Aires, decidió estudiar un máster en la New York University, en colaboración con la Universidad Nacional de Singapur. “En Singapur conocí a una abogada de Estonia, nos enamoramos, y yo me fui atrás de ella,” relata.
Desde 2008 vive en Tallin, la capital estonia, y ha construido allí su vida profesional y familiar. “Estonia es un excelente lugar para vivir, por lo menos para mí. Tengo 46 años y llevo 17 años viviendo acá. Estoy contentísimo con la vida que armamos con mi esposa y nuestros tres hijos,” dice.
Estonia, un país pequeño con un alma tecnológica
Estonia es una nación pequeña, con apenas 1.300.000 habitantes, poco más de un tercio de la superficie de la provincia de Mendoza. “Es como comparar Malargüe y San Rafael juntos”, explica Luis Felipe. Su población está dividida en un 30% de rusoparlantes y el resto, la mayoría, son estonios étnicos. La sociedad es muy integrada y familiar, donde muchos se conocen.
Una de las claves del desarrollo de Estonia ha sido su apuesta por la tecnología. En los años 90 se lanzó un ambicioso proyecto llamado “Tiger Leap” para introducir la computación en las escuelas y formar a la nueva generación en habilidades digitales. Esto permitió que Estonia se convirtiera en un polo tecnológico que hoy es conocido mundialmente.
Junto a su familia política, en Estonia.
“Las empresas escandinavas comenzaron a tercerizar en Estonia, desde producción industrial hasta desarrollo de software. Incluso proyectos tan importantes como Skype tuvieron un gran aporte de programadores estonios,” relata. Esta transformación tecnológica ha sido fundamental para que un país tan pequeño se destaque globalmente.
Un clima que desafía y fascina
Para alguien acostumbrado al clima cálido y seco de Mendoza, Estonia representa un universo climático completamente distinto. Luis Felipe recuerda cómo fue su llegada un 5 de julio de 2008: “Llegué a las 5 de la tarde y parecía que eran la 1 del mediodía porque el sol no se puso hasta las 11 de la noche. Son días muy largos, interminables. Al principio cuesta dormir con tanta luz”, señala.
Este fenómeno, conocido como sol de medianoche, es típico en los países nórdicos durante el verano. Pero el invierno ofrece el polo opuesto: días muy cortos y oscuros. “En enero el sol sale a las 10 de la mañana y se pone a las 3 de la tarde. Uno se va a trabajar y es noche cerrada, vuelve y también es noche cerrada. Pierdes la noción del tiempo y eso puede ser deprimente,” confiesa.
En Estonia, durante el festival de la canción.
Sin embargo, la nieve cambia la atmósfera. “La nieve refleja la luz de la luna y las estrellas, lo que hace que la oscuridad sea más llevadera. Cuando hay mucha nieve, el invierno se vuelve hermoso”, añade.
Sobre el frío, explica que no es tanto la temperatura lo que afecta, sino la humedad. “Lo que más frío me dio fue cuando la temperatura estaba entre 5 grados y 2 grados bajo cero, con viento y llovizna que te cala los huesos. Es un frío húmedo, más desagradable que el frío seco”.
Luis Felipe comparte una frase estonia que ha adoptado: “No hay gente con frío, sino gente mal abrigada”. Para él, la clave está en prepararse adecuadamente para las bajas temperaturas.
Los veranos estonios, aunque frescos, son muy agradables. “Las temperaturas rondan los 25 grados, pero pueden subir a 30 en algún momento. Hace mucho sol y viento. Nada que ver con el calor agobiante que conocemos en Argentina,” asegura.
Una cultura de silencio, sauna y respeto
El choque cultural fue tan desafiante como el climático. Estonia tiene una sociedad que valora el silencio y la privacidad más que muchas otras. “Es gente mucho más reservada, fría en apariencia, pero no porque no quieran a los demás, sino porque respetan muchísimo el espacio personal. Valoran el silencio, estar solos, reflexionar y son muy prácticos”, describe.
Luis Felipe en el centro histórico de Tallinn.
Una institución muy arraigada es el sauna, que es parte fundamental de la vida familiar y social. “Las familias van al sauna al menos una vez por semana. Es un espacio para relajarse, y es habitual que hombres y mujeres vayan en turnos separados. El sauna se hace desnudo, es una tradición muy importante”, comenta.
No todo es perfecto en Estonia. Luis Felipe señala que el alcoholismo y la depresión son problemas sociales serios, vinculados a la historia soviética y a la falta de espiritualidad en la sociedad. “Durante años, el ateísmo fue impuesto y eso dejó una huella profunda. Aunque la gente está comenzando a recuperar la espiritualidad, la tasa de suicidios sigue siendo alta”, señala.
La familia y el hogar en tres idiomas
Luis Felipe está casado con Katri, su esposa estonia. Juntos tienen tres hijos: Liina María, de 13 años; Mattías Luis, de 11; y Laura María, de 6. “Todos nacieron en Estonia y hablan los dos idiomas, estonio e inglés. En casa hablamos estonio, inglés y castellano, intercambiando los tres según la situación,” explica.
El idioma estonio es de origen fino-úgrico, completamente diferente del español, inglés o ruso. “El estonio es un idioma difícil, con raíces y gramática muy distintas. Lo aprendí tras tres años de cursos intensivos, y ahora lo hablo bastante fluido tras 17 años viviendo aquí”, cuenta.
Un giro profesional entre derecho y tecnología
Su carrera profesional también tuvo un giro notable. Luego de su experiencia en fusiones y adquisiciones en el estudio Sorainen, la crisis financiera mundial de 2008 cambió el rumbo de su trabajo. “Cuando se cayó Lehman Brothers, las transacciones se paralizaron y tuve que reinventarme”, recuerda.
Aprovechando su interés por la tecnología, lideró el área de gestión del conocimiento (knowledge management) en Sorainen, siendo pionero en esa región. Más tarde, pasó a trabajar en PricewaterhouseCoopers, gestionando servicios legales para Europa del Este.
Actualmente, combina la consultoría independiente con su trabajo en una startup tecnológica llamada Crees Pet, que desarrolla software de gestión para estudios jurídicos. “Estoy promocionando el software y ayudando con la comercialización. Además, sigo con consultoría independiente,” comenta.
El vínculo con Mendoza y una charla abierta
A pesar de la distancia, Luis Felipe mantiene su vínculo con Mendoza. Este lunes 3 de noviembre dará una charla en la Universidad del Aconcagua, titulada “Ser excelente en derecho ya no alcanza: hoy los estudios jurídicos necesitan gestión, tecnología y profesionalización”.
La actividad será en modalidad híbrida, presencial y virtual, a las 17. La charla será junto con Rodrigo Villarreal Granata y está abierta a todo público, con inscripción obligatoria.
Reflexiones finales: “Un contraste fuerte”
Estar lejos de su tierra natal le ha enseñado mucho a Luis Felipe sobre la adaptación, la apertura cultural y el valor de las raíces. “Ser mendocino en Estonia es un contraste fuerte, pero también una oportunidad única para crecer como persona y profesional,” concluye.
Desde la calidez de Mendoza hasta los silencios y las largas noches de Estonia, Luis Felipe Mohando representa esa mezcla única que solo quienes cruzan continentes pueden vivir y contar.
Su charla de este lunes en la Universidad del Aconcagua
Lunes 3 de noviembre, a las 17 (modalidad híbrida: presencial + virtual)
Felipe Mohando (Estonia) y Rodrigo Villarreal Granata (Arg.) Universidad del Aconcagua. Abierta, gratuita y con inscripción obligatoria
Inscribite acá: https://forms.gle/mXuJUf8ZsyJjEcg19








