Automatizar actividades, leer documentos, buscar jurisprudencia y mejorar demandas y alegatos. Los usos de la Inteligencia Artificial (IA) en el derecho son múltiples y los abogados de Mendoza ya están dando los primeros pasos en este mundo.
Automatizar actividades, leer documentos, buscar jurisprudencia y mejorar demandas y alegatos. Los usos de la Inteligencia Artificial (IA) en el derecho son múltiples y los abogados de Mendoza ya están dando los primeros pasos en este mundo.
El Poder Judicial y el Colegio profesional los alientan; pero también advierten: sin capacitación, más que útiles, las herramientas pueden ser un problema.
“Es fundamental que nos formemos no solo en el uso de estas herramientas, sino también en su comprensión crítica”, dice David Mielnik, abogado y máster en Derecho Penal, fundador de InteligenciaLegal.com.ar y líder de Inteligencia Artificial del Tribunal Fiscal de la Nación.
“La era de los Agentes IA no anuncia el fin de los abogados, sino el nacimiento de una nueva generación de profesionales aumentados por la tecnología, capaces de hacer más y mejor en menos tiempo”, se entusiasma.
“No hay que ser paranoicos, sino vivos”, dice Osvaldo Pritz, miembro del directorio del Colegio de Abogados y Procuradores de la Primera Circunscripción Judicial. Al mismo tiempo que repara en que, efectivamente, la clave pasa por la capacitación: “Hay que aprender a hablarle a la IA y saber que no te va a resolver todo en dos segundos”.
Y entonces, ¿en qué les es útil la IA a los abogados? Si se sabe utilizar, desde lo más mínimo, como la transcripción de un escrito del papel a la PC; hasta cuestiones más complejas, como el desarrollo de demandas o alegatos.
Que la IA está entre nosotros es un hecho. Que de ella no podemos escapar es otro. Lo mejor, entonces, es tomarla como una aliada. Así lo entendieron la gestión de Sergio Molina en el Colegio de Abogados y también el Poder Judicial de Mendoza, especialmente bajo el impulso del supremo Mario Adaro, magíster en Derecho Digital y Nuevas Tecnologías.
Pritz señala que los abogados más jóvenes, aquellos que ya usaban la IA como herramienta durante la universidad, son los que más se atreven a usarla en el día a día de su estudio jurídico.
Otros, más conservadores, aún la miran con cierto recelo. “Lo viejo funciona, Juan”, parecen decir parafraseando a un personaje de El Eternauta. Y nadie puede retrucarlos; pero, en la práctica, la optimización del tiempo de trabajo y la mejora en la calidad de los documentos que brindan las aplicaciones de Inteligencia Artificial también son innegables.
“Hay que aprender a hablarle a la IA y saber que no te va a resolver todo en dos segundos”
Las alertas se encienden si de cuidado de datos, veracidad y conservación del empleo hablamos. Para los abogados, al igual que para los profesionales de otras materias, el quid pasa porque la IA no los sustituya, como sí empezó a suceder en Estonia, donde ya se reemplazan jueces de paz por agentes de Inteligencia Artificial.
Mielnik, desarrollador de aplicaciones como DoctIA - el primer asistente virtual de jurisprudencia argentina-, detalla tres situaciones puntuales en las que los abogados que lo consultan utilizan herramientas o agentes de IA: automatización, búsqueda de precedentes judiciales y lectura de contratos.
“La formación continua en IA aplicada al derecho ya no es un lujo, es una inversión indispensable para el futuro de nuestra profesión”, dice a Diario UNO y en su columna de la revista jurídica Quorum.
Con un agente de Inteligencia Artificial, es decir, un software que puede interactuar con su entorno, recopilar datos y utilizarlos para realizar tareas automáticamente, un estudio de abogados puede resumir, ordenar y asignar por materia una cantidad infinita de notificaciones diarias en un mínimo de tiempo, liberando al profesional que se encargaba de ello manualmente.
“El uso de la IA no tiene que ver con el tamaño del estudio y permite que uno con menos recursos pueda competir con uno grande”, agrega Mielnik.
Para los que litigan, otra herramienta útil puede ser la app que busca fallos de la Corte Suprema de Justicia, de Cámaras y del Tribunal Fiscal de la Nación; en tanto que, a la hora de leer contratos voluminosos, puede resultar provechoso un asistente virtual que “suma ojos a la lectura”.
Como prueba piloto, incluso, ya se está implementando el uso de la Inteligencia Artificial para cotejar declaraciones testimoniales en procesos penales.
¿Y el Chat GPT? En Mendoza, es lo más utilizado... Aunque no todos se animan a reconocerlo a viva voz.
Pero claro, con herramientas como esta -o la DeepSeek china- el desafío es triple: la protección de la privacidad, el cotejo de la veracidad –porque hoy la IA todavía ‘alucina’-, y el ser meticuloso para que comprenda lo que queremos.
Lo primero, porque todo lo que se comparte en la nube, se transmite y almacena en la empresa creadora de la Inteligencia Artificial, como por ejemplo Open IA.
Entonces, podría resultar apropiado para ciertos casos confidenciales, impedirle que los datos que se suben sean utilizados para seguir entrenando el algoritmo.
Lo segundo, porque no son pocas las veces que ChatGPT inventa. “Esta u otras aplicaciones de Inteligencia Artificial han llegado a crear fallos judiciales para dar una respuesta”, alerta, Pritz, desde el Colegio de Abogados. “Hay que cotejar la información y dejarle bien en claro a la IA que no invente nada cuando se la consulta”, aconsejó.
Y lo tercero, porque el asistente necesita aprender primero de nosotros para poder sernos útil.
Si logramos hacernos entender, ChatGPT puede servirnos para extraer datos de la foto de un escrito, para el análisis de testimoniales y de prueba documental, para mejorar la calidad de una demanda y hasta como asistente en otras materias fuera del derecho para sugerirnos, por ejemplo, impugnar una pericia médica.
De ahí que lo recomendado es “no ser tan abarcativos como para pretender que la IA, por sí sola, conteste una demanda”.
El ministro de la Suprema Corte Mario Adaro y otros 200 agentes de la Justicia mendocina fueron parte del parte del Programa Piloto de uso responsable de IA Generativa que se realizó en todo el país.
El objetivo de esta experiencia –que se realizó en 2024- fue evaluar el uso de ChatGPT y Gemini en el Poder Judicial.
Para ello, se utilizaron estas herramientas de IA generativa en la redacción de resoluciones, dictámenes y sentencias, la extracción de datos, el análisis y búsqueda de jurisprudencia, la identificación de casos relevantes; la elaboración de resúmenes de fallos, normas y doctrina; la generación de respuestas a preguntas jurídicas específicas, evaluando la fundamentación legal de las respuestas; así como también la planificación y organización del trabajo, incluyendo la distribución de tareas y la gestión del tiempo.
Una de las primeras conclusiones a las que se llegó, según detalla el documento final, es que “esta tecnología puede optimizar tiempos, mejorar la calidad de los documentos y permitir a los agentes judiciales concentrarse en tareas más complejas que requieren su experiencia y criterio”.
Aunque también marcaron que el beneficio en término de tiempos pasa a ser relativo, según el tipo de tarea y la necesidad de verificar la precisión de las respuestas que genera la IA.
Por otra parte, como un aspecto negativo, señalaron que las herramientas mostraron ciertas dificultades al analizar cuestiones especializadas “requiriendo correcciones o validaciones adicionales”. En esos casos, el ojo humano sigue siendo indispensable.
Mario Adaro adelantó, tras esta prueba piloto, que se vendrá una segunda etapa de análisis con “recomendaciones de uso ético y responsable de la IA y la capacitación de los agentes judiciales”.