Entre esas enseñanzas se encuentra una frase en latín que se convirtió en un verdadero recordatorio de fortaleza: Nil desperandum. Te contamos de que se trata.
La frase “Nil desperandum” proviene del latín clásico y significa literalmente “nada debe desesperarse” o, en un sentido más actual, “nunca pierdas la esperanza”. Se popularizó a través del poeta romano Horacio, quien en sus Odas invitaba a enfrentar la adversidad con confianza y serenidad.
Si bien Horacio no era un pensador estoico como Séneca o Epicteto, esta frase encaja con varios valores del estoicismo, especialmente la resistencia frente a la adversidad y la importancia de mantener la mente firme incluso en circunstancias inciertas.
La fuerza de esta frase radica en su sencillez. Nil desperandum no es un llamado a la ingenuidad ni a creer que todo se resolverá mágicamente, sino una exhortación a no rendirse y a mantener la esperanza como motor de acción. Para los antiguos romanos, la desesperación era una forma de rendición del espíritu. En cambio, la esperanza, incluso en medio de la dificultad, representaba un acto de valentía y confianza en que siempre existe un camino posible.
Hoy, en un mundo donde la ansiedad y la incertidumbre forman parte de la vida cotidiana, la frase Nil desperandum conserva una fuerza inspiradora. Recordar que nunca se debe perder la esperanza es clave para sostenernos en momentos de crisis, cuando lo fácil sería dejarse vencer.
La frase invita a mantener la calma, a confiar en que los problemas no son eternos y que siempre existen alternativas. Más que un lema pasivo, es un recordatorio activo de que la esperanza no es esperar sin hacer nada, sino seguir avanzando con determinación, incluso cuando las circunstancias parecen adversas.