A primera vista, puede sonar extraña: ¿cómo es posible llevar todo lo que uno tiene sin cargar con nada? Pero si nos detenemos a pensar, descubrimos que esta frase de la filosofía no habla de posesiones materiales, sino de algo mucho más valioso: el conocimiento, la virtud y el carácter. Te contamos sobre esta frase filosófica que atraviesa siglos de historia.
Bías de Priene, considerado uno de los Siete Sabios de Grecia, vivió en el siglo VI a.C. y fue conocido por su prudencia y sabiduría. Según la tradición, cuando su ciudad fue saqueada y los habitantes huían cargando con lo que podían, él escapó sin llevar nada consigo. Al ser cuestionado, respondió con la frase: “Todo lo mío lo llevo conmigo.”
Esta frase de la filosofía griega refleja una enseñanza clara: lo esencial no son los bienes externos, que pueden perderse en cualquier momento, sino las cualidades internas que nadie puede arrebatarnos. El verdadero tesoro de una persona está en su conocimiento, su virtud y su fortaleza interior.
En el mundo moderno, esta frase conserva toda su vigencia dentro de la filosofía práctica. Pensemos en alguien que emigra y deja atrás sus pertenencias, pero se lleva su experiencia, su educación y sus valores. O en un profesional que cambia de empleo: aunque pierda ciertos beneficios materiales, lo aprendido siempre lo acompaña.
La frase de la filosofía griega nos recuerda que la verdadera riqueza es inmaterial. El dinero, la fama o los objetos pueden desaparecer, pero el carácter y la sabiduría permanecen. En tiempos de crisis, esta visión es un refugio: nos muestra que no dependemos totalmente de lo externo, sino de lo que hemos cultivado dentro de nosotros.
“Omnia mea mecum porto” es una frase de la filosofía antigua que nos invita a reflexionar sobre qué es lo que realmente consideramos nuestro. No son las casas, los objetos o el dinero lo que define nuestra riqueza, sino lo que sabemos, lo que sentimos y lo que somos. Esta frase nos recuerda que la sabiduría y la virtud son un capital inagotable, siempre disponible, incluso cuando todo lo demás se pierde.