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En muchas partes del mundo el kale (Brassica oleracea, variedad sabellica L) es una verdura muy de moda y conocida. Y la fama no le viene por una cuestión frívola -a pesar que muchos cheff la comenzaron a usar para adornar comidas- si no que se debe a sus muchísimas propiedades y calidad nutritiva, cayéndole el rótulo de superverdura. Por ejemplo, un estudio científico afirma que el calcio que contiene se absorbe mucho mejor que el de la leche. Además tiene todas las vitaminas, es rica en minerales y baja en calorías. La variedad más conocida es una de forma muy similar a una lechuga, con hojas rizadas.

El kale tiene otra propiedad singular, al ser de la familia de las crucíferas (repollos, coliflores o brócoli), comparte con estas características anticancerígenas.

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En nuestro país ya existen algunas verdulerías en Buenos Aires que las venden, y también se pueden conseguir comprándolas en fresco por internet, al igual que sus semillas, para practicar su cultivo.

Una farmacia en sus hojas rizadas

Más allá de modas, la col kale tiene muchas propiedades y beneficios: es muy rica en nutrientes, contienen numerosas vitaminas, antioxidantes, ácidos grasos omega 3, fibras y minerales.

Quienes más supieron aprovechar sus cualidades son los alemanes, que en sus alacenas la tienen con algo imprescindible. Es tan saludable como versátil, se adapta a muchos tipos de preparaciones.

Más de 50 variedades

Existen más de medio centenar de tipos de kales. El más común es el rizado (o col pluma). Sus hojas son de color verde intenso y carnosas y su sabor ligeramente amargo.

Otras variedades son el violeta, similar al rizado pero con las hojas de color púrpura o el kale rojo ruso, con el tallo púrpura y las hojas verde claro. También se pueden adquirir sus brotes tiernos, kale baby, muy apreciados por muchos, pues su sabor es más dulce y menos amargo.

Cómo consumirlas

Se recomienda que para mantener intactas sus propiedades, tenga la menor cocción posible. Así que la primera recomendación es comerla en ensaladas, ya sea sola o acompañada por otras verduras de hoja e incluso legumbres.

Otra opción es hacer licuados detox (desintoxicantes), con otras hojas verdes, remolachas, zanahorias, cítricos o yogur.

La tercera variante es cocido al vapor, y después los clásicos: salteado con cebolla a la sartén o al wok, como protagonista de una sopa de verduras, una tortilla o una tarta.

Una forma óptima para que la coman los chicos: como chips. Lavarlo y secarlo muy bien. Rociarlo con aceite de oliva y cocinarlo unos 10 minutos en el horno precalentado hasta que queden crocantes.

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