Pensaron que la habían hecho muy bien. Una fiesta clandestina en un yate, lejos de las autoridades. No importaba el aumento en los casos de coronavirus, solo divertirse. Pero algo salió mal y las propias autoridades tuvieron que ayudarlos luego de que el barco se comenzara a hundir por el sobrepeso. Habían invitado a demasiadas personas.
Pandemia