Octubre rosa

Huesos que vuelven a ser sostén: la recuperación invisible tras el cáncer de mama

El cáncer de mama también afecta los huesos, pero con cuidado, conocimiento y voluntad es posible recuperarlos

Estefanía tenía 37 años cuando llegó al consultorio de Fernanda Guzzanti, médica reumatóloga. Había superado un cáncer de mama y, con la densitometría en la mano, buscaba respuestas porque sus huesos estaban débiles. Pedía herramientas para empezar a recuperarse de adentro hacia afuera, desde su sostén. En esa búsqueda se parece a muchas otras mujeres que, tras la tormenta del diagnóstico y los tratamientos, empiezan a mirar el cuerpo desde otro lugar: no solo como un campo de batalla, sino como un territorio que puede volver a fortalecerse.

Cada 19 de octubre, cuando se recuerda el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, la atención pública se centra en la detección temprana y la prevención. Pero hay una parte menos visible de la recuperación: el impacto del cáncer y sus tratamientos sobre los huesos. “El hueso es un órgano vivo, y si lo cuidamos, mejora”, sostiene Guzzanti, que desde su práctica médica acompaña a muchas mujeres a reconstruir su salud ósea y muscular después del cáncer.

Cuando el tratamiento afecta a los huesos

Fernanda Guzzanti médica reumatóloga
Fernanda Guzzanti, la médica reumatóloga que se especializa en atender a mujeres que padecen efectos colaterales en los huesos a raíz de los tratamientos contra el cáncer de mama.

Fernanda Guzzanti, la médica reumatóloga que se especializa en atender a mujeres que padecen efectos colaterales en los huesos a raíz de los tratamientos contra el cáncer de mama.

Según explica la especialista, la pérdida de masa ósea —que puede manifestarse como osteopenia u osteoporosis— es frecuente entre las mujeres, sobre todo después de la menopausia. Pero en quienes atravesaron un cáncer de mama, ese riesgo se multiplica. “Hay dos grandes grupos de factores: los relacionados con el propio cáncer de mama y los vinculados al tratamiento que se utiliza para controlarlo”, detalla Guzzanti.

Entre los primeros se encuentran el descenso de peso y la pérdida de masa muscular (sarcopenia), muchas veces consecuencia de la quimioterapia. También influye la inmovilidad o la disminución de la actividad física, que reduce el estímulo mecánico necesario para formar hueso. A esto se suma el estado inflamatorio que acompaña los tratamientos oncológicos y que acelera la destrucción del hueso.

El rol de las hormonas y los tratamientos hormonales

El segundo grupo de causas tiene que ver con los tratamientos indicados para evitar la reaparición del tumor. En los cánceres de mama hormonodependientes —es decir, aquellos que “se alimentan” de estrógenos— es necesario reducir al máximo la presencia de estas hormonas. “El problema es que los estrógenos también son protectores del hueso. Cuando los bloqueamos completamente, se produce un déficit abrupto que favorece la pérdida de masa ósea”, explica la médica.

Esta supresión hormonal puede lograrse mediante cirugía (que se denomina anexectomía) o con inhibidores de la aromatasa, fármacos que reducen la producción de estrógenos. El efecto colateral es una fragilidad ósea que, sin control ni tratamiento, puede derivar en fracturas o dolor crónico.

Cuidar lo invisible: el diagnóstico y la prevención

La doctora Guzzanti insiste en la importancia de evaluar la salud ósea con la misma seriedad con que se controla el resto del cuerpo. “Hay dos herramientas fundamentales: la densitometría, que mide la cantidad de hueso, y los estudios bioquímicos, que nos muestran cómo está funcionando ese hueso”, señala.

A partir de esos resultados se puede estimar el riesgo de fractura y decidir si es necesario un tratamiento farmacológico. Pero hay algo que todas las mujeres pueden hacer, incluso sin medicación: fortalecer el cuerpo con medidas generales que mejoran la masa ósea. “El consumo adecuado de calcio, niveles normales de vitamina D y el ejercicio —en especial los ejercicios de fuerza— son claves para mantener los huesos firmes”, enfatiza.

Volver a sostenerse

Guzzanti habla con admiración de sus pacientes. “Las mujeres que han pasado por un cáncer le ponen una voluntad enorme a su recuperación. Quieren volver a sostenerse, física y emocionalmente”, dice. Muchas, como Estefanía, transforman su experiencia en acompañamiento a otras: crean redes, grupos de apoyo y espacios donde comparten información y esperanza.

La médica dio un mensaje central: la masa ósea se puede mejorar. “Podemos disminuir la velocidad de pérdida o incluso ganar masa si implementamos las medidas adecuadas. Lo importante es saber que tenemos herramientas para cuidarnos.”

Y en esa frase, “cuidarnos”, hay algo más profundo que un consejo médico: una invitación a reaprender lo que muchas mujeres recién descubren tras la enfermedad. Que cuidar de una misma no es un acto egoísta, sino una forma de volver a ser sostén —de sí mismas y de las demás— con huesos fuertes, voluntad firme y ganas de seguir caminando la vida.