Vaya uno a saber qué fue de la vida de Kaymandú y Tamara, esa pareja que llegó a Chapanay una noche de sábado, ofreciendo “un espectáculo asombroso” que, incluía “hipnotismo y sugestión” y que, por unas monedas más, les permitía a los vecinos de Chapanay y sus alrededores, consultar “al profesor Kaymandú sobre su futuro, marcha de negocios y cualquier otro problema”
El volante promociona, descubierto en el fondo de algún cajón por un vecino de la zona, fija la especial convocatoria para el sábado 21 de julio de 1973 en el histórico Club Social y Deportivo Chapanay, prometiendo una “pista encarpada”.
Pese a que promete que “será algo sensacional que usted jamás olvidará”, no ha sido posible encontrar (al menos por ahora) a alguien que lo recuerde. Tal vez la magia tenga fecha de vencimiento y sus efectos eternos habrán caducado.
Kaymandú y Tamara, de cuyos orígenes y antecedentes ya no quedan vestigios, llegó a Chapanay anunciando “sus números más apasionantes”.
Ese sábado los diarios contaban, además de un ajustada victoria de Independiente sobre Argentinos, que Raúl Lastiri, en su breve presidencia de 3 meses, anunciaba elecciones para el 23 de septiembre y que significaría la última presidencia de Juan Perón.
Pero en Chapanay estaban todos expectantes por “La cama infernal, El crucifijo humano, La cena de fuego, el volcán del Diablo” y otros fenómenos que anunciaba el volante para esa noche. Hoy esos anuncios se confundirían con el de una película porno.
“Será algo sensacional que usted jamás olvidará. Un espectáculo asombroso, intriga, misterio hipnotismos, sugestión, que el público aclamó de pie en distintos escenarios de América”, decía el aviso, al que solo le faltaba el toque de cornetas.
El costo era de $5 para los mayores y $3 para los menores, dejando en claro con esto que la cama promocionada no sería tan infernal.
Además de anunciarse “telepatía científica y transmisión de pensamientos”, el profesor Kaymandú pensaba hacerse unas ganancias extras con sus consultas personalizadas “sobre “su futuro, marcha de negocios y cualquier otro problema”, no aclarando cual de todos podría resolver.
Pero lo más interesante, lo que seguro generó mayor convocatoria en el club, fue la forma en que concluiría la velada: “Al finalizar un gran baile familiar”.
Ya no existen estos prestidigitadores del destino. Internet los ha matado de hambre a todos. Ya nadie cree en nada.
Vaya a saber que fue de Kaymandú y Tamara. Posiblemente hayan muerto en la pobreza, después de ser inspiración de un cuento de Soriano.