La violencia del choque propulsó enormes masas de roca que, al caer, excavaron dos valles paralelos: el Schrödinger y el Planck. Con una profundidad de hasta tres kilómetros y medio, estas formaciones superan en dimensiones al famoso Gran Cañón terrestre.
Los proyectiles expulsados viajaron a velocidades superiores a un kilómetro por segundo, triplicando la velocidad del sonido. El análisis detallado de las imágenes satelitales permitió reconstruir la trayectoria del meteorito, que se alejaba del polo sur lunar en el momento del impacto.
Para Jens Örmo, investigador del Centro de Astrobiología, este descubrimiento tiene implicaciones cruciales: "No todos los meteoritos forman este tipo de cañones de impacto, y no sabemos por qué, es un enigma".
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Así son los cráteres que encontraron los científicos.
Revelaciones desde el pasado lunar
La zona del impacto expuso capas profundas del terreno lunar, actuando como una perforadora natural. Este fenómeno permitirá estudiar rocas de más de 3.800 millones de años de antigüedad, correspondientes a las etapas más tempranas de formación del sistema Tierra-Luna.
El estudio, publicado en la revista Nature Communications, destaca que la cuenca del cráter Schrödinger representa el mejor análogo disponible del cráter de Chixculub, formado por el meteorito que provocó la extinción de los dinosaurios.