Ella nació el 19 de julio de 1920, en Ortega, Maipú. El mismo año en que nacieron un tal Karol Wojtyla (luego Juan Pablo II), Mario Benedetti e Isaac Asimov. Como los otros recién nombrados, ella no es famosa, pero su vida es apasionante, y deja muchas enseñanzas, como por ejemplo cual es el secreto para llevar una vida centenaria a plena salud y frescura espiritual. Se llama Elba Thomé y a pesar de tener que suspender la fiesta de sus 100 años por la pandemia este domingo, tiene esperanza de que sea sólo "una postergación".

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Al llamar a Elba a su casa, y sabiendo que vive con sus hermanas más jóvenes (Nelly, de 92 y Gladys de 88), la voz juvenil que respondió obligó a pedir que nos comunicaran con la "cumpleañera". "Soy yo dijo", dijo risueña, tal es su costumbre, presentándose.

"Estoy triste por no poder celebrar el cumpleaños como queríamos. habíamos alquilado un salón y todo, pero es muy peligroso por los contagios del coronavirus y me da miedo por mis hermanas. Hay que cuidarse ahora" "Estoy triste por no poder celebrar el cumpleaños como queríamos. habíamos alquilado un salón y todo, pero es muy peligroso por los contagios del coronavirus y me da miedo por mis hermanas. Hay que cuidarse ahora"

Elba Thomé, mendocina que cumple 100 años

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Un siglo de vida e historias

En la charla totalmente natural y desestructurada, Elba desplegó su simpatía y se sintió a sus anchas, contando cosas de su pasado y presente. Sin embargo -tan bien nos habían advertido- que hay temas que no quiere recordar esta hija de padres argentinos, aunque su madre tenía ascendencia francesa y apellidaba Demonte.

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" Nací en un pueblito muy chiquitito de Maipú: Ortega. Ahí pasé los mejores años de mi vida, mi niñez y juventud. Después de grande ya no fue tan lindo. Actualmente tengo tres hermanas (las ya mencionadas Nelly y Gladys) pero éramos seis, cuatro hermanas y dos varones. Mi hermana del medio y mis dos hermanos fallecieron, uno a los 90 años y el otro a los 56", contó Elba, fanática de las paellas de un conocido restaurante de ciudad.

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La primera tristeza llegó a sus 27 años, cuando su padre, que tenía problemas de ludopatía, quedó en quiebra y tuvo que vender la casa donde vivía e irse al centro a trabajar junto a sus hermanas. "La casa donde nací aún está allá en Maipú, pero la que tuvimos que venderla antes de venirnos a ciudad se quemó al poco tiempo que nos fuimos. Era un chaletcito hermoso y lo compró un señor que vendía garrafas y parece que hubo un problema con una y se quemó toda. Parece que la casa sólo quería que viviéramos nosotros ahí", ahí recordó la modista de alta costura, que a sus 99 años seguía regalándole creaciones propias a sus hermanas.

"Había estudiado costura con el sistema Mendia, para aprender algo, y nunca imaginé que cuando mi papá se fundió, ese conocimiento me iba a ayudar a salir adelante y poder vivir. Puse un instituto donde enseñaba corte y confección, y también un taller de alta costura", explicó la maipucina sobre el quiebre que hubo en su vida, donde pasó de ser una niña de vida acomodada a tener que luchar día a día para salir adelante.

Este aprendizaje, duro, áspero, pulió su carácter y le enseñó a vivir con alegría, aún en los momentos más complicados. Aprendió a ser fuerte e independiente, y a sonreír pese a todo. Ahí nació su filosofía de vida, la que ha podido extenderse hasta ser centenaria. Elba ha viajado por todo el mundo y le encanta hacerlo, visitando parientes o conociendo lugares paradisíacos, renovando sus ganas de vivir.

Los secretos de su longevidad

Cómo toda entrevista a un centenario, no puede faltar la pregunta basada en la fórmula para llegar a esta edad sano y lúcido. Ella menciona dos, pero en la charla reveló otro.

"Yo creo que el secreto para llegar a cumplir tantos años es viajar. He viajado a muchas partes del mundo y pienso que es lo mejor para olvidar las penas", explicó Elba, quien tuvo una vida nada fácil, pero no permitió que esa mochila la hundiera y enfermara. Tiene dos "hijos del corazón" y la rodea una familia muy unida, donde se aman y se cuidan mucho entre sí, y esto también es importante.

"El otro secreto es que cada noche tomo un vasito -y remarca uno- de whisky. Una vez estaba escuchando en la TV al doctor (René) Favaloro, y le recomendaba a las personas mayores que tomaran antes de dormir un vasito de whisky, porque es bueno para limpiar las arterias. Yo me reí y le contesté al televisor que hacía años que lo venía haciendo", detalló la mujer centenaria. Respecto a la marca del destilado, sus familiares dicen que ninguno en especial, sino que toma de "los nacionales, los baratos", dijeron.

El tercer secreto fue revelado sin querer, cuando contó sobre un recuerdo lindo de su niñez. "Era muy feliz en casa, pero a los 7 años tuve que ir a la escuela, y me mandaron a las monjas del colegio María Auxiliadora. Siempre recuerdo el primer día de clases y mi miedo. Pero dentro del aula, una monjita me llamó por mi nombre y me hizo pasar al frente. Muerta de miedo fui, y ella sacó una medallita de la virgen (advocación de María Auxiliadora) y me la prendió en la solapa. "Para que te proteja", me dijo la hermana. Esa virgencita me ha acompañado y protegido desde hace 93 años, y siempre está junto a mí, en mis viajes, operaciones que he tenido y cada minuto de mi vida", confesó Elba, que reparte sus días viviendo mitad de mes en su casa de Godoy Cruz y la otra mitad con su hermana en calle General Paz, de Ciudad.

De observadora en su propia fiesta

Otro recuerdo que ella tiene muy presente, es el de su cumpleaños de 15, y que fue todo un acontecimiento en la zona. "Me hicieron un vestido precioso y una fiesta grandísima. Pero mi papá era tan estricto, que yo no había aprendido a bailar, así que me pasé toda la fiesta sentada en un sillón. Un montón de amigos y familiares me sacaban a bailar, y yo les tuve que decir que no podía porque nos sabía", recuerda con cariño y una sonrisa aquel momento embarazoso. Luego agregó "Hay muchos que aún se acordaban años después y nos moríamos de risa recordando".

Elba también recordó a la que fue su mejor amiga desde la infancia. "Mi mejor amiga se llamaba Nelly Fiorentini, y tuvimos amistad desde que éramos chiquitas", rememoró.

Respecto al presente, Elba vive muy conectada con la realidad, ama escuchar música y le gusta bailar -aprendió y mucho- y declaró sentirse triste por el presente. "Me da pena y a veces hasta asco ver lo que están haciendo con nuestro país. Es una vergüenza ver a la clase dirigente que no deja de mentir y hacer las cosas mal, solo para su beneficio. Eso me llena de bronca", confesó Elba para cerrar.

Este domingo ha preferido estar sola en su festejo de 100 años, pero sólo para evitar que algún familiar se contagie de coronavirus, aunque tiene la fe intacta para pensar que "cuando esto pase, festejaremos como teníamos planeado".

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