Conmoción

Estupor y dolor por la muerte de un reconocido emprendedor de San Martín 

Walter Ponce, un vecino de San Martín, múltiple emprendedor y muy comprometido con el trabajo comunitario en su distrito, falleció en la noche del pasado lunes como consecuencia de un ACV

Joven aun, sano, alegre, activo, incansable. Por eso, por todo esto, causó gran conmoción y dolor la inesperada muerte de Walter Ponce, un incansable emprendedor de San Martín, polifacético y afectuoso vecino del distrito de Alto Verde, zona que fue su cuna, su pasión y por la que siempre trabajó mucho en organizaciones comunitarias de todo tipo.

El próximo jueves 11 hubiera cumplido recién 59 años. Era un hombre sano, muy activo, que trabajaba su finquita en Alto Verde, probando todo tipo de cultivos, desde forrajes, pasando por frutales y viñedos.

Además, desde hace años, fue uno de los primeros en la zona en apostar al turismo y había construido una casa para alquilar a los visitantes. "Mi Linda Casita", había bautizado el emprendimiento, que se sostuvo en el tiempo y terminó siendo uno de los primeros sitios recomendados.

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Era técnico agrario, enólogo y también había estudiado bromatología, especialmente pensando en conservas.

"No soy un prócer para tener biografía", decía, y agregaba "lo único que me interesa es servir a Dios, estar con seres queridos que me rodean y en paz con mi conciencia. El mundo ha de seguir su camino. Cada uno tiene derecho a hacer de su vida lo que quiera. Mi lema es, vive y se feliz", sostenía.

Con un optimismo eterno, Walter decía que "el presente es el mejor tiempo para vivir. Y preferiblemente no digas siempre que todo pasado fue mejor... o que el futuro será mejor...no tengas alma de antiguo ni hagas futurología....Vive la vida hoy".

Buen lector, se había puesto como objetivo personal darle una vida intensa a la Biblioteca Pública de Alto Verde. Por eso fue su mentor y uno de sus principales motores.

Se había sumado en distintos momentos de la vida a iniciativas surgidas de la comuna y no había tenido prejuicios de apoyarlas, más a allá de cual fuera el sector político que gobernara.

A Walter se lo podía ver vendiendo personalmente sus conservas y productos en el centro de la ciudad, pero se multiplicaba para realizar otra decena de actividades, desde atender su finca hasta cuidar de su alojamiento rural y de promover la actividad cultural en su distrito.

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