A 520 kilómetros al oeste de una capital provincial, hay un pueblo se alcanza por la Ruta Nacional 60, un trayecto de ripio que cruza valles de arena roja y cardones gigantes. Tiene un centro que consta de plaza mínima con una iglesia de adobe y un almacén que funciona como epicentro social. Pero lo más llamativo de este lugar turístico es que es el punto más alto en un desierto de piedra.
Los destinos masivos de Argentina quedan atrás cuando se elige un pueblo que apenas aparece en los mapas. Antofagasta de la Sierra, en la provincia de Catamarca, con solo 80 habitantes, es una base ideal para quienes buscan volcanes dormidos, salares infinitos y noches de cielo tan limpio que se cuentan los satélites. Este punto a 3.300 metros de altitud es un campamento permanente para la aventura en la Puna catamarqueña.
El pueblo está ubicado en la puna de Catamarca.
El pueblo alto en un desierto de piedra
El imán principal es el Campo de Piedra Pómez, a 60 km, un laberinto de rocas blancas esculpidas por el viento que parece otro planeta. Se llega en 4x4 con choferes locales que conocen cada curva; el trayecto incluye paradas en el Salar del Hombre Muerto, donde se camina sobre costras de sal crujiente. Las salidas turísticas son diurnas y limitadas a 12 personas por día para evitar huellas permanentes en la superficie frágil.
Para moverse sin vehículo, hay 3 circuitos peatonales en este pueblo: uno de 40 minutos hasta la Laguna Blanca, donde pastan vicuñas; otro de 1 hora al Mirador del Volcán Antofagasta, con cráter visible; y un tercero de 2 horas al Cañadón de las Pinturas, con grabados rupestres de 8.000 años. Los guías son pastores que llevan mate y explican cómo leer el clima por las nubes. En la plaza se alquilan bastones y mapas plastificados; no hay señal de celular, solo radios VHF para emergencias.
El pueblo tiene menos de un centenar de habitantes.
La cocina de este pueblo es de olla y fuego lento: estofado de llama con papas andinas, sopa de quinoa con hueso de caracú y pan amasado en horno de barro. El único restaurante abre de 12 a 14 y de 20 a 22; sirve porciones generosas y acepta trueque de cigarrillos o yerba. Las familias locales que alojan ofrecen cena comunitaria con guitarreada; el desayuno incluye huevos de gallina criolla, queso de cabra salado y té de muña para la puna. Todo se paga en efectivo o con transferencia vía QR del almacén.
Antofagasta de la Sierra es un pueblo crudo y directo en Catamarca. Su desierto de altura, salares vírgenes y hospitalidad sin filtros lo convierten en el punto de partida para quienes quieren sentir la Puna en la piel, dormir bajo un cielo sin luz artificial y regresar con polvo rojo en las botas y silencio en los oídos.






