Entre 1609 y 1612, docenas de aldeanos españoles murieron a causa de la brujería. Algunos pudieron escapar, mientras que otros optaron por esconderse para no ser asesinados.
Entre 1609 y 1612, docenas de aldeanos españoles murieron a causa de la brujería. Algunos pudieron escapar, mientras que otros optaron por esconderse para no ser asesinados.
El lugar elegido como escondite por las brujas era el valle de Xereta, al norte de Navarra, donde la frontera se esconde y desaparece entre montañas, riachuelos, pastos, hayedos y robledales salpicados por castaños y pinares.
Este valle une pueblos los pueblos de Sara y Ainhoa en el norte vascofrancés y Udax-Urdazubi y Zugarramurdi en el sur. Este último, hoy es considerado como un "pueblo de brujas" y atrae miles de visitantes por año.
En aquel entonces se creía que las brujas (Sorgina en Euskara) eran seres mitológicos a las cuales se les atribuía un afán maligno, e incluso se decía que eran númenes sirvientes de Mari, la diosa suprema, a la que ayudan en su castigo de la mentira.
Según el sitio web National Geographic, la caza de brujas se desató en la montaña de Navarra y el primer antecedente fue el protagonizado en 1609 por un nefasto personaje de nombre Pierre de Lancre. A la sazón magistrado en Burdeos, Lancre cerró sus fauces sobre la costa de la vecina Lapurdi. Torturó y asesinó a decenas de personas, la mayoría mujeres, acusadas de brujería, llegando a declarar al Euskara como lengua de Satanás.
A continuación la Inquisición puso en marcha un plan repleto de acusaciones entre fantasiosas y delirantes combinadas con el buen hacer del tormento, las cuales derivaron en el encausamiento de una cuarentena de vecinas y vecinos, que acabaron con sus huesos en un auto de fe celebrado en la ciudad de Logroño el 7 y el 8 de noviembre de 1610.
Los tribunales de la Inquisición española nunca pudieron darle veracidad a las acusaciones de brujería que sufrieron decenas de aldeanos. La mayoría de los reos fueron perdonados y reconciliados, pero 11 fueron quemados en la hoguera, cinco de ellos en efigie al haber muerto antes de ejecutarse la condena.
Algunas mujeres acusadas de "brujas" lograron escapar y se refugiaron en las diversas cuevas de este pueblo, los cuales hoy son visitados por miles de personas, quienes esperan contagiarse con la energía del lugar.