Historias

El proyecto solidario mendocino que celebró 500 cumpleaños y sigue encendiendo velitas

La propuesta, creada por el psicólogo Mauricio Mantineo, acaba de llegar a los 500 cumpleaños celebrados en merenderos de Mendoza

En diciembre de 2020, mientras el mundo atravesaba una de las épocas más frías en términos afectivos, un psicólogo mendocino decidió encender una chispa. Lo que surgió como una idea sencilla —llevar una torta a un merendero para que los chicos pudieran celebrar los cumpleaños y pedir tres deseos— se convirtió, cinco años después, en una corriente de amor comunitario que no deja de crecer. Hoy, “Pedí tres deseos”, la asociación civil creada por Mauricio Mantineo, celebró a pura solidaridad su cumpleaños número 500. Un número que parece enorme, impensado, pero que detrás guarda cientos de historias mínimas: velitas encendidas, manos que se unen y abrazos que curan.

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Una tarde de alegría celebrando y festejando cumpleaños.

Una tarde de alegría celebrando y festejando cumpleaños.

“Empezamos en 2020 a hacer esto y ahora, ya en el quinto año, estamos cerrando con la celebración de los 500 cumpleaños”, cuenta Mauricio, todavía sorprendido por el alcance de un proyecto que nació de forma silenciosa, casi doméstica. “La idea era sencilla: un cumpleaños, una torta, un deseo. Y sin embargo terminó siendo muchísimo más”.

Desde el inicio, “Pedí tres deseos” funciona con una lógica clara: un merendero por año. El equipo acompaña a cada espacio durante 12 meses, celebra todos los cumpleaños de los niños que asisten y, una vez terminado el ciclo, se traslada a otro punto del mapa social mendocino. Ese movimiento permite abarcar más territorio y conocer nuevas realidades, pero también sembrar vínculos duraderos. “Seguimos con nuestro desafío, que es armar estos espacios de encuentro, de cariño, de reconocimiento”, dice Mauricio. “Se va dando de a poco y vamos creándolos también, esos momentos, esos espacios, y comunicando instituciones y personas. Creo que es algo fundamental que tenemos que hacer en esta época: conectar a las personas y esquivarle a la gran epidemia que es la soledad y el individualismo”.

Los cumpleaños que se celebran con tortas y alegrías

El psicólogo insiste en esa palabra: conectar. Y es que, aunque para muchos el proyecto podría resumirse en tortas y piñatas, para él la columna vertebral está en otro lado. “Hemos aprendido que más allá de los cumpleaños y de conseguir las tortas, que es básicamente la piedra angular del proyecto, la idea es conectar a las personas con los chicos”, explica. “Podríamos comprar las tortas, podríamos hacerlas nosotros, pero no es la intención. La idea es que haya alguien del otro lado. Que quien dona pueda venir a saludar a los chicos, a conocerlos. Esa ha sido nuestra tarea todos estos años”.

“Quedó demostrado que el ser humano es solidario en el corazón”, afirma. “Que puede ayudar a los que necesitan, a los que no tienen. Eso se corroboró, y es lo más lindo de todo”.

En estos cinco años, el equipo de “Pedí tres deseos” se encontró con todo tipo de realidades. Historias duras, familias sostenidas con mucho esfuerzo, infancias atravesadas por la falta. Pero también con una alegría que desarma. Niños que esperan su torta como quien espera una caricia. Otros que sueñan con zapatillas nuevas, un juguete o simplemente con ser los protagonistas del día. Y adultos que, mirando desde atrás de la mesa, agradecen en silencio una oportunidad que hasta hace poco parecía lejana: que sus hijos tengan un cumpleaños.

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“Quedó demostrado que el ser humano es solidario en el corazón”, afirma Mauricio Mantineo.

“Quedó demostrado que el ser humano es solidario en el corazón”, afirma Mauricio Mantineo.

En 2024, además, el proyecto vivió un hito que Mauricio tenía guardado desde el primer día: que otros replicaran la idea. “Pasó algo que soñábamos desde el comienzo: que otras personas pudieran replicar esto de celebrarles los cumpleaños a los chicos”, cuenta. “Las reinas de la primavera empezaron a hacerlo. Somos los padrinos de esta acción solidaria en un merendero de Campo Papa, en Godoy Cruz. Es hermoso. Se empieza a replicar, va creciendo, y eso nos llena de alegría”.

Esa expansión trajo también otra consecuencia inesperada: las mejoras estructurales en los merenderos que visitan. Con el tiempo, la comunidad que se forma alrededor del proyecto comenzó a ofrecer más que tortas.

“Aprendimos que nuestra tarea también es ser un puente”, dice Mauricio, citando a Gustavo Cerati. “Este año pudimos conectar a personas que querían ayudar con los chicos y el merendero. Conseguimos, por ejemplo, hacer el contrapiso en el merendero en el que estuvimos. Nos donaron heladeras, ropa, alimentos. De todo. Aprendimos a conectar lo que se necesita con alguien que lo tiene”.

Un niño, un cumpleaños y la torta soñada

Ese puente, que primero parecía una metáfora, hoy es una figura real. Gente que jamás se habría conocido fuera de ese entorno se encuentra, charla, se suma, aporta. Una empresa dona una heladera; un emprendedor ofrece zapatillas; una familia acerca una torta casera recién horneada. De pronto, el cumpleaños de un niño se convierte en la excusa para construir una red humana que sostiene, acompaña y transforma.

“Estamos felices, muy felices”, sintetiza Mauricio. “Y sobre todo, agradecidos a todas las personas y empresas que nos han ayudado desinteresadamente para que esto pueda seguir. La solidaridad es la bandera”.

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La asociación está agradecida a todas las personas y empresas que han ayudado desinteresadamente para que esto pueda seguir.

La asociación está agradecida a todas las personas y empresas que han ayudado desinteresadamente para que esto pueda seguir.

De hecho, el impacto de “Pedí tres deseos” no tiene apoyo estatal ni subsidios. Todo lo que ocurre es a pulmón: vecinos que donan tortas, panaderías que acercan bandejas recién hechas, anónimos que preguntan qué falta. Zapatillas, ropa, garrafas, alimentos, materiales para arreglos. El proyecto tomó vuelo propio gracias a quienes entienden que, en una sociedad cada vez más distante, estos gestos mínimos son los que sostienen a los que están más abajo.

Por eso, llegar a los 500 cumpleaños no es solo un número. Es la confirmación de que aquella decisión tomada en plena pandemia fue el inicio de algo mucho más profundo. Cada vela apagada fue un deseo pedido en voz bajita. Cada torta entregada, un recordatorio de que el festejo no es un lujo sino un derecho emocional. Cada foto quedó como una prueba material de un instante de felicidad pura.

“Cada niño y niña que sopló su vela con esperanza nos llenó el alma”, dice Mauricio con emoción. “Solo nos queda agradecer por este sueño que vivimos cada mes”.

"Pedí tres deseos", un espacio de alegría en un merendero

En estos cinco años, “Pedí tres deseos” recorrió merenderos de distintos departamentos, fortaleció vínculos barriales, acompañó a familias golpeadas por la crisis y dejó algo más valioso que cualquier regalo: presencia. Mirar a un niño a los ojos y decirle que ese día es suyo. Que merece un festejo. Que su vida importa.

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Nada menos que 500 cumpleaños celebró la asociación en estos últimos años.

Nada menos que 500 cumpleaños celebró la asociación en estos últimos años.

Para los próximos años, el equipo quiere seguir creciendo, sumar gente y sembrar más puentes. “Estamos abiertos a nuevas personas que se quieran sumar”, invita Mauricio. “Nuestro canal de comunicación es Instagram: @pedi3deseos0k”.

Cierra con una frase simple, pero que explica todo: “Vamos por más deseos, más cumpleaños y más encuentros”.

Y quizá ahí esté el secreto: entender que un cumpleaños no es solo una torta. Es una manera de decirle a un niño que su historia vale. Que su deseo cuenta.