Aquel 8 de diciembre de 1980 también era feriado por el Día de la Virgen. Y hacía mucho calor. Lo sentíamos en la piel después de una larga bicicleteada por las calles de San José. "Vamos a tomar agua en mi casa", propuso Miguel. Y allá fuimos con Ernesto, el primo. Creo que dejamos las Aurorita -la mía era verde- en la vereda. Sé que entramos pero no sé si llegamos a refrescarnos. De aquel lunes tan lejano en el tiempo sólo recuerdo, como si fuera hoy, el gesto gravísimo de Irma, la mamá de Miguel, y su frase inolvidable: "¡Mataron a John Lennon!".
Cuando Irma nos dijo, entre lágrimas: "¡Mataron a John Lennon!"
Mendoza, lunes 8 de diciembre de 1980. El mundo se enteraba del crimen de John Lennon a manos del fanático Mark David Chapman. ¿Murió realmente el alma mater de Los Beatles?
- ¿Quién? -pregunté con mis 9 años a cuestas.
- El cantante de Los Beatles -murmuró ella, compungida-.
Al fondo de la cocina, un televisor mostraba imágenes de la tragedia que sacudía al mundo entero y no sólo al mundo de la música. Y el silencio se apoderaba del resto del día.
Entonces, sí, supe -aunque no alcancé a comprenderlo aquel día- que la intolerancia y el fanatismo habían acallado a una de las voces más potentes en favor de la paz en el mundo. Aunque no definitivamente.
Hola, John Lennon
Me reencontré con John Lennon y los Beatles a mis 15 años cuando el maestro José Felipe Vallesi incorporó Hey Jude al repertorio del coro juvenil de la Escuela de Comercio Martín Zapata a mediados de los ´80. A esas alturas, yo ya sabía quién había sido Lennon y que Hey Jude había sido dedicada en 1968 por Paul Mc Cartney a Julian, el primer hijo de Lennon.
Pero mi devoción y verdadero amor por Los Beatles comenzaron justo el día en que cumplí los 17. "Feliz cumpleaños", me dijo un pariente patagónico. "Te va a gustar", sentenció y no se equivocó. Y durante días, semanas y meses enteros los 20 éxitos de oro de los chicos de Liverpool, dispuestos en los lados A y B de un caset, me acompañaron a sol y a sombra.
Y volvió Hey Jude a sonar en mis orejas y se sumaron, entre otras, Day Tripper, Paperack Writter (Novelista), Ob-La-Di, Ob-La-Da y She loves you.
La curiosidad por los Beatles, acrecentada por su música y por el fanatismo del amigo Marcelo Piatti, me empujó a saber más y a buscar. Hasta que me topé con Chapman, el homicida de Lennon, el responsable de aquella tragedia, de aquel gesto grave de Irma, la madre del Miguel.
El fanático de John Lennon y el libro "maldito"
Supe que el 8 de diciembre de 1980 Mark David Chapman, de 25 años, había hecho algo así como una guardia típica de fanático para ver al ídolo John Lennon (40 años) en persona y expresarle gratitud. Supe que Yoko Ono fue testigo de aquel instante de veneración con autógrafo en un disco y todo.
Luego, con la tragedia consumada horas después, mientras Lennon y Ono regresaban al edificio neoyorquino, supe que Chapman se quedó sentado a unos metros, sobre el cordón de la vereda. Esperando que lo detuvieran. Y que en sus manos tenía un libro de J. D. Salinger: El guardián entre el centeno, novela de 1951 que trata temas tan sensibles como la pérdida de la inocencia adolescente y la alienación.
Hoy, a 45 años del asesinato de John Lennon, las crónicas dan cuenta de que Chapman tiene 70 años, de que la Justicia de Estados Unidos le negó 14 veces la libertad condicional tras la condena cumplida a 20 años de cárcel y que tendrá su próxima chance de petición en febrero de 2027.
Que pidió perdón varias veces y que se arrepintió cada vez que fue llevado a audiencias pero que, sin embargo, para los Tribunales de Estados Unidos, Chapman representa un peligro social latente y a punto de estallar y volver a causar daño. Y que para la literatura contemporánea, la novela de Salinger es un "libro maldito".
45 años después
- No, Irma. No mataron a John Lennon -pienso ahora- porque vive en las radios, en Youtube y demás plataformas de música. Pero sobre todo en el corazón de distintas generaciones, muchas de las cuales ni siquiera vivieron ni bailaron ni cantaron en cada Anochecer de un día agitado, y que hoy lo hacen unidos todos por ese hilo invisible y conmovedor llamado música.






