Es pez es una de las criaturas más impresionantes que habitan los océanos. Con su comportamiento tranquilo y su alimentación a base de plancton lo convierten en un ejemplo perfecto de cómo la naturaleza puede combinar fuerza y armonía en un mismo ser.
Se trata del tiburón ballena (Rhincodon typus). Este pez vive en aguas cálidas tropicales y subtropicales. Se lo puede encontrar en los océanos Atlántico, Índico y Pacífico, y suele nadar cerca de la superficie. Su lento crecimiento, su larga vida , que puede superar los 100 años, y sus migraciones masivas ayudan a los biólogos a entender mejor la dinámica de los mares.
Sin embargo, esta especie de pez está clasificada como vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Las principales amenazas que enfrenta son la pesca ilegal, la contaminación marina y los choques con embarcaciones. Cuidar al tiburón ballena es cuidar el equilibrio de la vida marina.
La piel de este pez es de color gris azulado con manchas blancas que forman patrones únicos, como si fueran huellas digitales, ya que no hay dos tiburones ballena iguales. Estas manchas le sirven para camuflarse de los depredadores, aunque por su tamaño casi no tiene enemigos naturales, salvo algunos ataques de orcas o tiburones más pequeños cuando es joven.
A diferencia de otros tiburones, el tiburón ballena no caza presas grandes. Su sistema de alimentación es de filtración: abre su enorme boca y absorbe grandes cantidades de agua, reteniendo el plancton, pequeños peces y crustáceos. Luego, expulsa el agua a través de sus branquias, quedándose con los nutrientes. Este método demuestra su papel fundamental en el equilibrio del ecosistema marino, ya que contribuye al control de las poblaciones de microorganismos y a la salud de los océanos.