Estos animales, que en otros lugares son vistos sólo como fuente de alimento, aquí se convierten en auténticos aliados del campo. Miles de peces trabajan diariamente en los arrozales, ayudando a controlar plagas y mejorar la fertilidad del agua y del suelo. Este fenómeno agrícola ha despertado interés en todo el mundo, mostrando que la innovación puede ser natural. Te contamos de qué se trata
En Japón, especialmente en la región de Shiga, se practica la técnica del "arroz-pez" (rice-fish co-culture), donde se integran peces como el medaka (Oryzias latipes) en los arrozales. Estos peces se alimentan de insectos y larvas que podrían dañar los cultivos, mientras que sus desechos actúan como fertilizantes naturales, mejorando la calidad del agua y del suelo. Este enfoque no solo reduce la necesidad de pesticidas y fertilizantes químicos, sino que también promueve un ecosistema agrícola más saludable y sostenible.
Los agricultores de este país se benefician de una fuente secundaria de ingresos proveniente de la venta de peces y de la mejora del rendimiento del arroz. Según explica la FAO: "Los sistemas de cultivo de arroz y peces tienen un enorme potencial para aumentar la seguridad alimentaria y aliviar la pobreza en las zonas rurales; además, utilizan el mismo recurso terrestre de manera eficiente para producir carbohidratos y proteína animal"
La importancia de este método basado en peces es enorme para Japón, para su gente y para el mundo. Gracias a este sistema, el país logra:
Los peces no solo eliminan plagas de manera natural, también mejoran la calidad del agua y del suelo, creando un ciclo sostenible que otros países observan con atención. Para el mundo, se trata de un ejemplo de cómo la tradición puede convertirse en innovación. Así, Japón demuestra que un país puede liderar con soluciones simples, poniendo a los peces como protagonistas de la agricultura.