La función principal del FMI consiste en proporcionar préstamos a países con dificultades económicas, acompañados de recomendaciones y políticas destinadas a restaurar la estabilidad macroeconómica. Sin embargo, estos préstamos suelen estar condicionados, lo que a veces genera tensiones sociales y políticas. Por ello, algunos países han optado por no recurrir a su ayuda y buscar soluciones independientes.
Un ejemplo destacado de un país que optó por no aceptar la asistencia del FMI durante una crisis financiera y logró superar la situación con éxito es Malasia. A fines de la década de 1990, en medio de una de las peores crisis financieras de Asia, el país decidió implementar medidas económicas propias en lugar de seguir las políticas impuestas por el FMI.
Esta decisión fue respaldada por el entonces primer ministro, Mahathir Mohamad, quien adoptó un enfoque independiente para proteger la economía nacional. Entre las medidas adoptadas se incluyeron
Desde entonces, este país se ha afianzado como una economía emergente en crecimiento y, según el FMI, en 2018 estuvieron cerca de alcanzar la categoría de país de ingresos altos.
El éxito de la recuperación malaya no fue absoluto ni exclusivo: otros países que aceptaron los rescates del FMI y aplicaron sus condiciones también lograron salir de la crisis en plazos similares y retomar el crecimiento. Por eso, surge la pregunta: ¿fue realmente más efectiva la estrategia de Malasia que las recetas del FMI?
Algunos argumentan que, debido a su voluntad política para implementar reformas y su sólido marco legal y regulatorio, Malasia podría incluso haber obtenido mejores resultados con la asistencia del FMI. Sin embargo, expertos sostienen que los resultados de Malasia fueron iguales o ligeramente mejores que los de los países bajo programas del FMI.
Además, destacan que los sectores más vulnerables en Malasia se beneficiaron más al no implementar las políticas del FMI, ya que el país pudo mantener el control sobre su destino económico y actuar de acuerdo con sus propios intereses, sin estar condicionado por la obligación de proteger el sistema financiero internacional.