Según National Geographic fue en 1980 , bajo la presidencia de Deng Xiaoping, China convirtió este regalo en un multimillonario negocio. A partir de aquel momento, los osos pandas ya no se regalaban, sino que se alquilaban por una cantidad que oscila entre los 300.000 y un millón de dólares, generalmente por un período de 10 años.
Así mismo existía otra condición clara: cualquier cría que nazca en suelo extranjero sigue siendo propiedad de China y debe regresar a su país de origen. Así, lo que parece un gesto amable es en realidad una herramienta de control y presencia en el mundo.
Diplomacia del panda
Esta práctica de enviar pandas al extranjero se remonta a la dinastía Tang (618-907 d. C.), pero adquirió especial relevancia en los siglos XX y XXI
¿Por qué la diplomacia del panda beneficiaba a los países que lo reciban?
La política del panda no solo mueve lazos diplomáticos, también mueve economías. Cada llegada de un panda genera un boom turístico: multitudes viajan para conocerlos, los zoológicos incrementan sus visitantes y los medios se llenan de noticias.
Los costos de mantener a los pandas van más allá de los millones de dólares que se le pagan a China e involucran todo, desde la construcción de alojamientos especiales hasta su alimentación, que consiste en varios kilos bambú por día.
Sin embargo, aquel lucrativo de China negocio dio un vuelco tras una demanda de la organización conservacionista WWF en 1998 relacionada precisamente con el sistema de préstamos a zoológicos estadounidenses. El dinero recaudado, en teoría, se destina a programas de conservación, aunque críticos señalan que detrás de la causa ecológica hay un enorme interés político y comercial.