Durante siglos, el imperio Romano convivió con un enemigo tan familiar como devastador: el río Tíber, la arteria que dio vida a la Ciudad Eterna pero que, una y otra vez, la puso de rodillas. Inundaciones repentinas, destrucción de viviendas, puentes arrasados y sensación de caos fueron parte del paisaje romano durante la República y el Imperio. Hasta que un emperador hispano decidió cambiar la historia.
El invento del Imperio Romano que cambió el comercio y consolidó el poder: aún existe
Esta invento del imperio Romano marcó un antes y un después transformando por completo el comercio y la mentalidad de los romanos
Las crecidas del Tíber están documentadas desde la Antigüedad por varios cronistas del imperio Romano. Dion Casio, Orosio y Tácito describen escenas. Agua desbordada llegando a las colinas, barrios enteros anegados y ciudadanos sorprendidos en talleres, mercados e incluso en sus propias camas. Pero un invento lo cambiaría todo para siempre.
El invento del Imperio Romano que cambió el comercio y consolidó el poder: aún existe
Las consecuencias eran siempre las mismas, hambre, ruina comercial y temor generalizado.Las crecidas eran vistas como señales divinas o castigos de los dioses. Pero Trajano, emperador nacido en la antigua Itálica (actual España), rompió con esa tradición. Para él, el problema no era religioso, sino de ingeniería.
En el año 100 d.C. lanzó una obra monumental que cambiaría al imperio Romano para siempre. Se trata de la ampliación del puerto de Claudio mediante un nuevo complejo hexagonal, depósitos, muelles y un sistema pensado para mejorar el abastecimiento de la capital.
Pero el cambio clave fue otro. La creación de un canal artificial que se convirtió en una de las grandes hazañas hidráulicas del Imperio Romano. La llamada Fossa Traiana, hoy conocida como canal de Fiumicino, conectaba directamente el río Tíber con el mar. Su objetivo era doble:
- Mejorar la navegación y el comercio.
- Servir como vía de desagüe durante las crecidas para evitar que el río se desbordara sobre la ciudad.
El legado de este invento del imperio Romano
El canal fue construido con fondo enlosado para facilitar la limpieza de sedimentos y mantener el flujo. Una inscripción hallada en Ostia confirma la intención del emperador: evitar que “las inundaciones del río Tíber atacaran frecuentemente la ciudad”.
El proyecto no solo modificó el paisaje hidráulico de Roma, marcó un cambio de mentalidad. Por primera vez, el poder imperial dejaba de interpretar las inundaciones como presagios y empezaba a tratarlas como un problema técnico con solución humana.
La Fossa Traiana consolidó a Trajano como uno de los emperadores más innovadores y populares de Roma. Sus obras públicas, aunque costosas, cambiaron la relación de la ciudad con su río y demostraron que la ingeniería podía enfrentar desafíos que antes se atribuían a los dioses. El canal sigue existiendo y es, hasta hoy, una de las pruebas más visibles del talento técnico que sostuvo al Imperio Romano durante siglos.





