Israel

El descubrimiento de una antigua nota de deuda que hizo gritar de emoción a los arqueólogos

Un pequeño fragmento de cerámica hallado cerca del Monte del Templo representa un increíble descubrimiento de escritura

Un reciente descubrimiento cerca del Monte del Templo en Jerusalén genera un enorme entusiasmo en la comunidad científica. Se trata de un fragmento de cerámica de 2700 años de antigüedad que contiene la primera correspondencia conocida entre el Reino Asirio y el Reino de Judá encontrada en la ciudad. La pieza, de apenas 2.5 centímetros de largo, tiene un texto cuneiforme que data del período del Primer Templo.

El texto parece ser una correspondencia real del poderoso Imperio Asirio dirigida al Reino de Judá. El motivo era claro: una reclamación por un pago de tributo atrasado. La inscripción está en acadio, una lengua que se hablaba en el antiguo Cercano Oriente, incluida Asiria, y que utilizaba la escritura cuneiforme. Esta pieza de arqueología proporciona una prueba directa de la comunicación oficial entre ambos imperios.

Una comunicación tensa

El hallazgo fortalece la idea de la profunda presencia asiria en Jerusalén y su nivel de influencia en los asuntos del reino de Judá. Ayala Zilberstein, directora de la excavación, afirma que el descubrimiento subraya la implicación asiria en la administración local. El fragmento se encontró durante una excavación cerca del Muro de los Lamentos, mientras los investigadores realizaban un "tamizado húmedo" de los fragmentos desenterrados.

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La tableta que emocionó a los arqueólogos.

La tableta que emocionó a los arqueólogos.

Moriah Cohen, una de las trabajadoras del proyecto, relató su emoción al encontrar la pieza. "Estaba tamizando la tierra y de repente noté un fragmento con una decoración extraña", dijo. Al confirmar que era escritura cuneiforme, no pudo contener un grito de alegría. El fragmento de cerámica se encontraba en la tierra a lo largo del borde del canal de drenaje central de Jerusalén, una zona que durante el período del Primer Templo era un centro de actividad para altos funcionarios y personas importantes. Este contexto hace que el hallazgo sea aún más relevante para la arqueología de la región.

Un equipo de asiriólogos, compuesto por Peter Zilberg y Filip Vukosavovi, sugiere que el fragmento formaba parte de un sello real inscrito. Estos sellos se usaban para cerrar cartas oficiales y a veces incluían una breve inscripción en cuneiforme asirio que indicaba el contenido o el destino del envío. Esta hipótesis respalda la idea de que la correspondencia trataba sobre la deuda pendiente del reino de Judá.

El texto menciona una fecha límite, el primero de Av, un mes de verano en los calendarios judío y mesopotámico. También hace referencia a un oficial de carros, un cargo conocido en los registros asirios, que probablemente era el encargado de entregar el mensaje real. Aunque no se nombra al rey de Judá, se cree que el mensaje iba dirigido a la corte de los reyes Ezequías, Manasés o Josías. Estos monarcas gobernaron el Reino de Judá cuando este era un reino vasallo de Asiria, lo que explica la existencia de la deuda.

El origen del descubrimiento

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Las excavaciones dejaron como saldo algunos artefactos impresionantes.

Las excavaciones dejaron como saldo algunos artefactos impresionantes.

No está claro por qué se demoró el pago. Zilberg y Vukosavovi explican: "Si bien no podemos determinar el trasfondo de esta demanda, ya sea que se deba a un mero retraso técnico o se haya tomado como un paso deliberado con significado político, la existencia misma de una apelación oficial de este tipo aparentemente daría fe de un cierto punto de fricción entre Judá y el gobierno imperial". Este tipo de hallazgos son claves para la arqueología a la hora de interpretar las dinámicas políticas de la antigüedad.

El análisis del material del fragmento sugiere que no se fabricó localmente en Jerusalén. Anat Cohen-Weinberger, investigadora petrográfica, indicó que su composición mineral corresponde a ciudades del Reino Asirio, como Nínive. Actualmente se realiza un análisis químico de la composición de la bulla para localizar con mayor precisión su origen y aportar más datos a este increíble descubrimiento.

Aunque pequeño en tamaño, el hallazgo es inmenso en su valor histórico. Abre una nueva perspectiva sobre los lazos políticos y administrativos entre Judá y Asiria. Es la primera evidencia de este tipo de comunicación oficial, y quizás tensa, que tuvo lugar entre Jerusalén y la superpotencia más grande del mundo durante ese período, poniendo sobre la mesa una antigua deuda.