Para registrar con precisión los puntos exactos donde caían los rayos, los científicos desarrollaron un sistema de detección de alta resolución. Una matriz de antenas ubicada en Panamá Central detectaba ondas de radio provenientes de las descargas eléctricas. Mediante el análisis de patrones energéticos grabados por cada sensor, lograron triangular cada impacto con gran exactitud.
Las investigaciones revelaron que en promedio cada descarga eléctrica eliminaba más de 2,4 toneladas de biomasa de árboles cercanos y casi el 80% de las lianas (enredaderas parásitas) que infestaban el dosel del tonka. Como Zeus lanzando rayos desde el Olimpo, estos árboles parecen dirigir el poder destructivo lejos de sí mismos y hacia sus enemigos naturales.
El análisis de cuatro décadas de registros forestales mostró un patrón alarmante para quienes crecen cerca del tonka. "Durante esos 40 años, existió un peligro cuantificable y detectable de vivir junto a Dipteryx oleifera. Como árbol, tienes sustancialmente más probabilidades de morir que viviendo junto a cualquier otro árbol grande y viejo en ese bosque", afirmó Gora.
La adaptación única revelada por el estudio
Gregory Moore, horticultor de la Universidad de Melbourne no involucrado en la investigación, señaló que estos hallazgos probablemente aplican a otras especies. "Este tipo de trabajo podría aplicarse también a otras comunidades vegetales dominadas por árboles, como bosques o bosques bajos donde los árboles están ampliamente separados", comentó.
Los científicos especulan que la clave de la resistencia a los rayos del tonka reside en su estructura física. Investigaciones previas sugieren que el árbol posee alta conductividad interna, permitiendo que la corriente del rayo fluya sin generar calor dañino, funcionando como un cable bien aislado. Este mecanismo recuerda a las descripciones mitológicas de Zeus, quien controlaba los rayos sin sufrir daño.
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Este imponente árbol tiene una particular manera de librarse de sus competidores, según marca el descubrimiento.
Debido a su tamaño imponente —hasta 40 metros de altura— y longevidad centenaria, cada tonka recibe al menos cinco impactos de rayos después de alcanzar la madurez. El equipo de investigación estimó que ser alcanzado por rayos podría resultar en un aumento de 14 veces en la producción de semillas durante su vida, otorgándole una ventaja reproductiva considerable sobre otras especies.
Gora y sus colegas ahora amplían su investigación hacia otros bosques en África y Sudeste Asiático para descubrir si los rayos benefician a otras especies. Esta expansión del estudio podría revelar si existen más "árboles Zeus" capaces de dominar las tormentas eléctricas como el dios griego dominaba los cielos.