El 1 de septiembre de 1985, el mundo fue testigo de un descubrimiento inesperado: los restos del RMS Titanic, hundido en 1912. Sin embargo, lo que muchos desconocían es que este hallazgo fue el resultado de una misión secreta de la Guerra Fría, liderada por la Marina de los Estados Unidos.
En plena Guerra Fría, la competencia entre superpotencias estaba en su punto álgido. La Marina de los EE.UU. tenía la tarea de localizar y estudiar los restos de dos submarinos nucleares soviéticos hundidos: el USS Thresher y el USS Scorpion. Para mantener en secreto esta operación, se ideó una coartada: una expedición para encontrar el Titanic.
El descubrimiento del Titanic fue por una misión secreta en plena Guerra Fría
Robert Ballard, oceanógrafo y oficial naval estadounidense, fue designado para liderar la misión en plana Guerra Fría. A bordo del buque de investigación Knorr, utilizó vehículos operados remotamente, como el Argo, para explorar el fondo marino. Aunque la búsqueda del Titanic era solo una fachada, Ballard y su equipo se dedicaron con pasión a la tarea. Tras días de exploración, el 1 de septiembre, finalmente avistaron una de las calderas del Titanic, confirmando su ubicación.
La operación en plena Guerra Fría que dio a conocer al Titanic
Según National Geographic aunque el hallazgo fue un éxito, la verdadera naturaleza de la misión permaneció clasificada durante años. No fue hasta 2008 que Ballard reveló públicamente que la búsqueda del Titanic había sido una tapadera para la recuperación de los submarinos soviéticos. Este descubrimiento no solo resolvió el misterio del Titanic, sino que también desveló una de las operaciones más intrigantes de la Guerra Fría.
El descubrimiento del Titanic no solo fue un triunfo científico, sino también un testimonio de cómo la historia puede cambiar por azares. Lo que comenzó como una misión militar encubierta terminó desvelando uno de los naufragios más emblemáticos de la historia.






