Julio César Arana, un empresario y político peruano, se apoderó del negocio de exportación de caucho desde el Amazonas. Ubicó su fabrica entre Colombia y Perú para que no le perteneciera a ningún país en específico de América Latina, se asentaría en la región de Putumayo. La industria cauchera esclavizó a los pueblos originarios de la Amazonía hasta diezmarlos.
A medida que se adentraban a la Amazonas para su explotación, el robo de este árbol autóctono de América Latina daría lugar a uno de los primeros casos de biopiratería. Henry Wickhman robó 70.000 semillas de caucho del Amazonas y logró llevarlas hasta Inglaterra, hacia 1930 las colonias asiáticas se habían convertido en el mayor productor del "árbol que llora".
América Latina: la consecuencias de la fiebre del árbol de caucho
Para 1912, la Amazonía estaba perdiendo el monopolio de las exportaciones de caucho natural debido a la producción de caucho a partir de árboles plantados con semillas extraídas del Amazonas lideradas por ingleses en África sub-sahariana y Malasia. El látex obtenido de estas plantaciones alcanzó altos niveles de calidad, acompañado de una eficiente productividad (desarrollo de carreteras y ferrocarriles), lo cual les permitía competir con un producto de buena calidad y a un precio final competitivo.
Según Gina Paola Sierra ,antropóloga de la Universidad Externado de Colombia, desde allí, el caucho de África y Malasia logró monopolizar el mercado mundial mientras que las empresas de América Latina enfrentaron una grave crisis,