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Paola Leontes y su esposo haitiano, Rolex Charles, quien llegó a Mendoza tras el terremoto de Haití de 2010.
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“Fue como si el mundo se partiera en dos. Corrimos sin saber dónde, con gritos, polvo, miedo y sirenas por todos lados”, recuerda.
Entre los escombros quedaron también sus planes de futuro. Su hermana menor fue rescatada con graves heridas. Su primo sacerdote sobrevivió a duras penas. Su casa, su título universitario y su álbum de fotos familiares desaparecieron. Pero no se detuvo.
Un mes después, junto a su inseparable amigo Wiki Jules, viajó a Brasil gracias a una beca de estudios. La idea era formarse para ayudar a reconstruir Haití. Pero apenas llegaron supieron que no volverían. El desarraigo, la inestabilidad política y la falta de oportunidades los hicieron mirar hacia otro lado.
El invierno de Mendoza y el calor de un hogar
En Brasil aprendieron portugués gracias a una mendocina llamada Ana que, sin saberlo, cambiaría sus destinos. Fue ella quien les habló de Mendoza y de la posibilidad de estudiar allí sin costo.
Llegaron en 2011, sin ropa de abrigo, sin hablar español y sin saber dónde dormir. Los primeros días fueron durísimos. Hasta que conocieron a Mónica y Eduardo Heras, un matrimonio mendocino que les ofreció su casa, su mesa y su confianza.
La boda del haitiano Rolex Charles y su mujer Paola, mendocina..jpg
Rolex Charles, Paola Leontes y sus testigos. La boda fue en Mendoza.
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“Nos abrieron las puertas de su hogar como si fuéramos parte de la familia. Nos enseñaron a hablar, a movernos en la ciudad, a creer otra vez”, cuenta Rolex.
Gracias a su apoyo, pudieron estudiar. Él eligió Seguridad e Higiene; Wiki, Telecomunicaciones. Con esfuerzo y becas, llegaron al título. Pero faltaba algo. O alguien.
Un cruce casual y el comienzo de todo
En una estación de servicio, mientras trabajaba para sostenerse, Rolex conoció a Paola. Fue rápido, casi sin darse cuenta. Una amiga los presentó, intercambiaron teléfonos y, poco después, tuvieron su primera salida.
No fue una historia de novela. Fue una historia real. Dos personas sencillas, que se fueron conociendo con tiempo, con silencios, con pequeños gestos.
Hoy tienen dos hijos, Gael y Pedro. Comparten sueños, dificultades, momentos de alegría y muchas anécdotas. Paola es enfermera en el Hospital Dr. Humberto Notti. Él sigue apostando a su tarea en la misma estación de servicio. Jamás se quedó de brazos cruzados.
Una historia que sigue escribiéndose
En el medio, hubo otro viaje: Rolex probó suerte en Miami, pero el desarraigo volvió a pesar. Pensaba instalarse junto a su familia, pero no fue fácil. Hoy está de regreso, convencido de que su lugar está acá, con Paola, sus hijos y sus afectos.
Aún sueña con ver a su mamá, a quien no abraza desde hace años. Y confiesa que el dolor por su país no desaparece. Pero cuando ve a sus hijos dormir, siente que todo el esfuerzo valió la pena.
Wiki, su amigo de siempre, sigue en Mendoza. Siguen compartiendo charlas, proyectos y el recuerdo de lo vivido. Porque como dice Rolex, hay vínculos que ni el tiempo, ni la distancia, ni los terremotos pueden romper.
Una historia de amor y segundas oportunidades
La historia de Rolex y Paola es fuerte, sólida. Tiene viajes forzados, noches de frío, ayudas impensadas y una estación de servicio como punto de partida.
Y sin embargo, tiene todo lo que una historia de amor necesita: compromiso, ternura, fortaleza, y la decisión diaria de elegir al otro, incluso en medio de la incertidumbre.