Esas restricciones redujeron drásticamente los intensos intercambios humanos y económicos con dichos países.
Si bien desde el verano boreal pasado era posible viajar de Estados Unidos a Europa, los extranjeros que se establecieron en el país norteamericano y poseían ciertas visas no tenían garantía de poder regresar a casa.
Esta reapertura alienta a un sector aéreo en crisis, que para hacer frente a un previsible aumento de la demanda incrementó el número de vuelos, así como el tamaño de los aviones.
También a lo largo de la inmensa frontera mexicana, numerosas ciudades limítrofes han sufrido un fuerte impacto económico y esperan con ansias el regreso a la normalidad.
Cuáles son las vacunas autorizadas
La reapertura de fronteras contempla a más de 30 países, aunque las autoridades estadounidenses pretenden seguir de cerca el estado de vacunación de los turistas y continuarán exigiendo pruebas negativas de Covid-19.
Las vacunas aceptadas serán aquellas aprobadas por la Organización Mundial de Salud (OMS), es decir, las desarrolladas por AstraZeneca, Johnson & Johnson, Moderna, Pfizer/BioNTech, la india Covaxin y las chinas Sinopharm y Sinovac.
Por el momento, la rusa Sputnik V y la china CanSino, aplicadas en muchos países latinoamericanos, no están contempladas.
Para los viajeros aéreos, el país exigirá a partir de mañana el certificado de vacunación y una prueba negativa de al menos 72 horas, mientras que las aerolíneas deberán establecer un sistema de seguimiento de contactos.
En el caso de los ingresos por la ruta terrestre, las restricciones se levantarán en dos etapas.
Desde mañana, las personas que viajan por motivos considerados no imprescindibles, como familiares o turísticos, podrán ingresar al país siempre que estén vacunadas, mientras que las que lo hagan por razones imperiosas, como los choferes de camión, estarán exentas de ese requisito.
Sin embargo, a partir de enero la obligación de vacunación se aplicará a todos los visitantes que crucen las fronteras terrestres, independientemente del motivo de su viaje.
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Biden y la obligatoriedad de vacunarse
En tanto, a nivel interno, el gobierno estadounidense sufrió ayer un revés en su gestión de la crisis sanitaria, luego que un tribunal federal de apelaciones suspendiera la obligación de vacunar contra la Covid-19 a los empleados de compañías de más de 100 personas, mientras examina posibles "problemas constitucionales graves".
La medida, anunciada por Biden en septiembre y adoptada esta semana, obligaba a decenas de millones de empleados a inmunizarse antes del 4 de enero o someterse a pruebas semanales desde entonces y preveía multas de casi 14.000 dólares por cada caso de violación para las firmas que no lo cumplieran.
Pese a la decisión judicial, el Gobierno defendió hoy la legalidad de la iniciativa y afirmó que dará una batalla legal para que esta se aplique.
"Estamos seguros de que esta medida" cumple "con la ley y las regulaciones", dijo Cedric Richmond, cercano asesor del presidente, a la cadena CBS, según la agencia de noticias AFP.
"Ser presidente no es tomar decisiones fáciles, es tomar decisiones justas y tener el coraje de implementarlas", agregó, a la vez que destacó que se ofreció "la opción de un test semanal" para quienes rechazaran la vacuna.
"La carnicería que está en marcha", con más de 750.000 muertos por la pandemia en Estados Unidos, "es inaceptable", y "las vacunas son la mejor forma de luchar contra ella", concluyó.