La persona que lo había rescatado, Valeria Rodríguez, se lo llevó a Sofía. “Ella me preparaba la comida para pasársela por la sonda. Pero después ya me empecé a ocupar yo, mixeaba todo y se la pasaba. Así fue como arrancó todo”, evoca.
Pirata
Pirata fue rescatado y adoptado por la veterinaria Sofía Romero. Vivió con ella desde 2020 hasta 2024, cuando falleció a causa de una leucemia.
Gentileza
Pero lo que parecía un tránsito más, se volvió un vínculo eterno. Sofía, que en ese momento trabajaba en un laboratorio veterinario, decidió hacerle análisis completos para prepararlo para adopción. “Ahí descubrimos que tenía leucemia felina. Es una enfermedad sin cura, como el SIDA en personas. Una vez que el virus entra en el cuerpo, no se va. En muy pocas ocasiones se vuelve abortiva, o sea que no se desarrolla. Pero no fue su caso. En sus análisis ya estaba”.
El amor incondicional de una veterinaria
Además de la leucemia, tenía un parásito en sangre que le causaba anemia. Ciego, con antecedentes de trauma, y ahora con una enfermedad de base crónica, la decisión era clara: Pirata se quedaba. “Fue mi tránsito fallido, y decidí dejarlo. Eso fue en 2020 o 2021, pero lo que sí sé es que desde ahí vivimos una vida espectacular. Maravillosa”.
Pirata se recuperó increíblemente. Las cirugías salieron bien, y su mandíbula sanó. La leucemia, por suerte, estaba en fase regresiva, es decir, el virus estaba presente en su cuerpo, pero no mostraba síntomas ni afectaba su calidad de vida. “Sus análisis salían perfectos. No tuvo otras infecciones, ni signos clínicos. Era un gato feliz, vivía sin problemas. Le encantaba jugar, comer, acompañarnos”, rememora.
veterinaria Sofía y Caramelo
La veterinaria de felinos Sofía Romero con Caramelo.
Foto: Instagram Monllorfelinos
Pero la leucemia es una enfermedad silenciosa. Y aunque Piri parecía invencible, su cuerpo comenzó a dar señales. “El 10 de julio de 2024 descubrimos que tenía un linfoma en el tórax. Todo el tórax estaba lleno de líquido. Le hicimos una punción para que pudiera respirar mejor, y confirmamos el diagnóstico. El linfoma estaba cerca del corazón”.
Las opciones eran pocas. Piri no estaba en condiciones para recibir quimioterapia. “Dejó de comer, empezó a adelgazar… fue durísimo. Con mi novio y su veterinaria, Luciana Monllor —que fue una guía fundamental en todo este proceso— decidimos dormirlo. Fue una decisión muy, muy difícil. Pero sabíamos que era lo mejor para él”.
Así llegó Pirata a la casa de Sofía
Así llegó Pirata al hogar donde mejor pasó sus últimos años.
Gentileza
El 17 de julio de 2024, Pirata partió. Pero no se fue solo: se llevó con él todo el amor del mundo. Sofía lo había cuidado, acompañado, sanado. Y él le había enseñado algo que ella jamás olvida: “Lo que es cuidar a un gato adulto. Me pareció muy importante difundir eso: que no tengan miedo de adoptar gatos grandes. Es una experiencia maravillosa”.
Tres semanas después, el vacío era inmenso. Y aunque nadie reemplaza a nadie, Sofía fue al refugio de Diego y adoptó a dos gatos adultos, a quienes bautizó Junio y Abril. “Se portan excelentes. Les hice el test y ninguno tiene ni sida ni leucemia. Hoy son parte de mi vida. Pero Piri fue mi primero. Y eso no se olvida”, concluye.