Planetas como Urano y Neptuno, a los que siempre conocimos como "gigantes de hielo", en realidad podrían tener mucha más roca en su interior de lo que pensamos, según un descubrimiento reciente. Un equipo de científicos de la Universidad de Zúrich y el NCCR PlanetS sacudió lo que creíamos saber sobre la composición interna de los mundos más exteriores del Sistema Solar, y esto francamente me voló la cabeza. Es increíble cómo algo que dábamos por sentado resulta que no está tan claro.
Descubrimiento sobre dos planetas cambia lo que se sabe sobre el Sistema Solar para siempre
Una nueva investigación llegó a un descubrimiento sobre dos planetas que sugiere que podrían ser gigantes de roca y no gigantes de hielo
El trabajo de este equipo científico de la UZH no dice que estos dos mundos azules sean definitivamente gigantes de roca, sino que desafía la idea de que solo la composición rica en hielo sea la única opción posible. Esta reinterpretación del material interno, que es súper importante en la astronomía, concuerda además con lo que se encontró en el planeta enano Plutón, cuya composición está dominada por la roca. Lo interesante es que siempre dividimos los planetas en tres grupos según de qué están hechos: los cuatro rocosos terrestres (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte), los dos gigantes gaseosos (Júpiter y Saturno) y, por último, los dos gigantes de hielo. Ahora, parece que los dos últimos quizás merecen otra categoría.
¿Gigantes de hielo o gigantes de roca?
Los investigadores desarrollaron un proceso de simulación único para poder echar un vistazo al interior de Urano y Neptuno. Luca Morf, un estudiante de doctorado de la Universidad de Zúrich que lideró el estudio, explicó que la clasificación de "gigante de hielo" es demasiado simple porque aún entendemos muy poco de Urano y Neptuno. Los modelos que se basan solo en la física tenían demasiados supuestos, mientras que los modelos empíricos resultaban muy sencillos. Por eso, combinaron ambos enfoques para obtener modelos internos que fuesen, a la vez, imparciales y físicamente coherentes, un gran avance en la comprensión del Sistema Solar.
Para lograr esto, primero comenzaron con un perfil de densidad completamente aleatorio para el interior de cada planeta. Luego, calcularon el campo gravitatorio del planeta, que debe coincidir con los datos que ya observamos, y de ahí dedujeron una posible composición. Repitieron el proceso hasta lograr la mejor coincidencia posible entre sus modelos y los datos de observación que ya se tenían del descubrimiento de estos cuerpos.
Mediante este nuevo modelo, que es imparcial pero totalmente físico, el equipo de Zúrich se dio cuenta de que la composición interna potencial de los supuestos "gigantes de hielo" de nuestro Sistema Solar no se limita de ninguna manera solo al hielo, que siempre se representa típicamente como agua. La profesora Ravit Helled, de la Universidad de Zúrich e impulsora de este proyecto, contó: "Es algo que sugerimos por primera vez hace casi quince años, y ahora tenemos la estructura numérica para demostrarlo". El nuevo abanico de composiciones internas muestra que Urano y Neptuno podrían ser ricos en agua o ricos en roca, una noticia de descubrimiento que sorprende a la astronomía.
Lo que deja el descubrimiento: nuevas pistas sobre los campos magnéticos
El estudio también arroja nuevas ideas sobre los campos magnéticos desconcertantes de Urano y Neptuno. Mientras que la Tierra tiene polos magnéticos norte y sur bien definidos, los campos magnéticos de estos dos planetas son mucho más complejos, llegando a tener más de dos polos. Esto es un verdadero problema para la astronomía y el descubrimiento de cómo se generan.
La profesora Helled explica que los modelos nuevos incluyen capas que llaman "agua iónica" y que son las que generan dinamos magnéticas en lugares que dan una explicación a los campos magnéticos que se observan, que son "no dipolares". También encontraron que el campo magnético de Urano se origina más profundamente que el de Neptuno.
Aunque los resultados son prometedores, no se elimina del todo la incertidumbre. El científico Luca Morf señala que uno de los mayores problemas es que los físicos aún no entienden bien cómo se comportan los materiales bajo las condiciones tan extrañas de presión y temperatura que encontramos en el núcleo de un planeta. Esto podría cambiar los resultados, por lo que planean ampliar los modelos en el futuro.






