Nostalgia

Del kiosco al recuerdo: el producto que comíamos en la infancia y no se fabrica más

La desaparición de estos productos fue debido a cambios en las estrategias de mercado, pero que marcaron el paladar y la infancia de todos los argentinos

Basta con mencionar un recreo, una tarde de verano o una visita al kiosco del barrio para que la memoria se llene de sabores y colores que marcaron nuestra infancia. ¿Quién no recuerda alguna golosina o snack que estallaban en la boca? Hoy, muchos de esos productos ya no existen, pero viven intactos en el paladar de nuestros recuerdos.

Un viaje al kiosco de los 90 y 2000

En esa época, con unas pocas monedas, podíamos armar una fiesta de sabores. Uno de los más recordados es, sin dudas, el chicle DINOVO. Venía en forma de huevo de dinosaurio, tenía un envoltorio que parecía salido de Parque Jurásico y una capa dura que, al morderla, revelaba un centro suave y frutal. Más que un chicle, era una pequeña aventura en sí misma.

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Otro clásico era la Nucita, ese postrecito cremoso dividido en dos sabores: chocolate y vainilla (aunque algunos juran que había una versión tricolor con fresa). Se comía con una mini paleta de plástico o directamente con el dedo, y aunque se vendía como un dulce “para niños”, muchos adultos de hoy darían lo que fuera por probarlo de nuevo.

En el rubro salado, pocos productos generaron tanta curiosidad como el Kes Bun de queso. Su nombre ya era una rareza, pero su sabor y textura lo hacían único: un bollo blandito con un centro de queso cremoso que se derretía apenas lo mordías. Venía envuelto en un paquete verde que prometía más de lo que la lógica nutricional permitía.

Y no podemos dejar afuera a las explosivas Pop Korn, un paquete de pocholo dulces como los del cine. Una experiencia que combinaba sabor, sonido y la sensación de estar sentado en el cine con pocos mangos.

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¿Por qué desaparecieron estos productos?

Las razones son varias: cambios en los hábitos de consumo, regulaciones alimentarias más estrictas, fusiones de marcas o simplemente decisiones comerciales que apostaron por nuevos productos. También, algunos dejaron de venderse por no alcanzar los estándares nutricionales actuales, mientras que otros simplemente no lograron competir en un mercado cada vez más saturado.

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