Esta isla era una plataforma de cemento de 400 m² construida en aguas internacionales, fuera del control del gobierno italiano. Es así que el sueño de libertad y autonomía del ingeniero se convirtió en un experimento único que desafió a los países establecidos. Pero, ¿qué ocurrió cuando el mundo reaccionó ante su audaz movimiento?
Giorgio Rosa construyó su isla artificial en 1968 en el mar Adriático, frente a la costa de Rímini, Italia. La isla que desafió al mundo fue creada como un proyecto personal y como una forma de escapar de las restricciones del gobierno italiano, buscando establecer un "país" independiente en aguas internacionales.
Según el sitio italiano Geopop la estructura de la isla consistía en una plataforma de cemento de aproximadamente 400 metros cuadrados, sobre la que se construyeron varios edificios, incluyendo una torre, un restaurante, un bar, e incluso una pista de aterrizaje para helicópteros. El "país" tenía su propia bandera, agua potable, moneda y sistema de gobierno. Fue diseñada como una comunidad autónoma y autosuficiente.
El proyecto de Giorgio Rosa fue una especie de declaración de independencia y un acto de desafío al control estatal, en un momento de gran efervescencia social y política en Italia. Sin embargo, la isla fue considerada ilegal por el gobierno italiano, que finalmente, en 1969, intervino y destruyó la plataforma por medio de explosivos.
El sueño de Giorgio Rosa fue efímero, duró 55 días luego de terminada su construcción, pero su intento de crear un país sobre el agua se mantiene como un símbolo de rebelión y creatividad. En 2017, a los 92 años, el ingeniero dio su autorización para filmar una película sobre su aventura de rebeldía. Murió ese mismo año.