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Ingo Schmidinger es un alemán especializado en el tratamiento de elefantes en cautiverio, que llegó a Mendoza para evaluar a Tamy, el elefante macho del Ecoparque.
Foto: Secretaría de Ambiente
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“Los procesos de adaptación llevan un largo camino de trabajo intenso y paciente, en el que debemos comprender la adaptación y voluntad del animal con los cuidadores, los entrenadores y los especialistas que se involucran, ya que están acostumbrados a una vida en cautiverio y quienes debemos adaptarnos a los tiempos, priorizando el bienestar, somos nosotros con ellos”, afirmó Haudet.
“De manera complementaria, el equipo de la Fundación Franz Weber acompaña en esta oportunidad con la médica veterinaria Johana Rincón Alba, especialista en bienestar animal y con valiosa experiencia en el manejo de elefantes cautivos. Ella colaborará con visitas periódicas en el condicionamiento operante de Tamy”, agregó el funcionario.
Johana Rincón Alba es médica veterinaria y zootecnista especializada en bienestar animal y se desempeñó en medicina interna de fauna silvestre y en laboratorios de microbiología con énfasis en bacteriología e histología y medicina de la conservación.
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El primer paso es evaluar a Tamy en sus conductas y respuestas ante ciertos estímulos para comenzar con la adaptación y entrenamiento previo a ser trasladado al Santuario de Elefantes de Brasil.
Foto: Secretaría de Ambiente
Tamy, el último elefante macho cautivo en Argentina
El elefante asiático tiene 53 años y llegó a Mendoza en 1984 luego de haber sido donado al ex zoológico por el Circo Hermanas Gasca. Las hostilidades que sufrió allí dejaron marcas en su salud física y psíquica. El Ecoparque Mendoza trabaja para mejorar su bienestar desde 2016 y busca darle una nueva historia de vida.
Luego de haber estado junto a Pocha, con quien tuvo a Guillermina, Tamy fue aislado debido a su agresividad y nunca más sociabilizó con otro ser de su misma especie.
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Tamy tiene 53 años y está en Mendoza desde 1984, cuando fue donado por un circo. Durante un tiempo estuvo junto a Pocha hasta que nació Guillermina y debieron ser separados.
Foto: Secretaría de Ambiente
“En su hábitat natural, Tamy se movería constantemente, migrando hasta 16 kilómetros al día, y estaría activo 18 horas al día. Actualmente, Tamy habita en un recinto de 1.265 metros cuadrados constituido por una fosa de cemento y tierra estéril, sin perspectiva de horizonte. Esto favoreció la falta de ejercicio y las largas horas de pie del animal que lo exponen al malestar óseo y articular”, destacó el director del Ecoparque.
Lamentablemente la vida del elefante macho en cautiverio es muy monótona. Para compensar este bajo nivel de estimulación, los elefantes se expresan a través de acciones estereotipadas, repetitivas y compulsivas, como sacudir la cabeza repetitivamente, dar pequeños pasos, frotarse y otros comportamientos que son autoestimulantes y son un síntoma de aburrimiento en la mayoría de las especies. Los comportamientos estereotipados tienen un elemento obsesivo, compulsivo y adictivo que implica la producción de opioides naturales para aliviar el estrés y la frustración del confinamiento.
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“A partir de 2023, Tamy puede hacer uso del recinto que antiguamente era habitado por Pocha y Guillermina, elefantas asiáticas que fueron derivadas al santuario brasilero en 2022. Ahora el elefante dispone de dos puertas de entrenamiento con distintas tipologías de operatividad, lo que posibilitará el manejo operante del individuo, la realización de chequeos médicos y el mantenimiento diario de sus patas”, concluyó Ignacio Haudet.
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Tamy puede usar ahora el recinto que era ocupado por Pocha y Guillermina, aunque es un pozo sin perspectiva de horizonte.
Foto: Secretaría de Ambiente
Para un mejor bienestar para el animal, Tamy será trasladado al Santuario de Elefantes de Brasil, en el Mato Grosso, donde también fueron trasladadas Pocha y su hija Guillermina en mayo del 2022. A pesar del gran cambio de vida, Pocha murió meses más tarde repentinamente, lo que causó una gran preocupación en todos los cuidadores especialmente por su hija, quien era inseparable de su madre.
Afortunadamente, las otras chicas de la manada supieron acompañar a Guille, de 24 años, y todavía le enseñan los modales para ser un elefante. La causa de muerte de pocha fue tuberculosis, enfermedad de la que no pudo ser tratada debido a que nadie sabía que la tenía.