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Esta es la trayectoria que sigue actualmente el asteroide.
Los efectos de semejante colisión resultarían visibles desde la Tierra, aunque el profesor Gareth Collins del Imperial College de Londres asegura que nuestro planeta permanecería a salvo. El experto en astronomía explicó que cualquier material expulsado por el impacto se desintegraría en la atmósfera terrestre antes de alcanzarnos.
La superficie de nuestro satélite natural, marcada por incontables bombardeos de asteroides a lo largo de su historia, podría sumar un nuevo cráter de hasta 2 kilómetros de diámetro. Esta marca apenas representaría una pequeña muesca en comparación con la cuenca del Polo Sur-Aitken, el cráter más grande de la luna con sus 2,400 kilómetros de extensión.
El equipo internacional de astronomía dedicado al seguimiento del objeto recibió autorización para utilizar el Telescopio Espacial James Webb en modo de emergencia. Esta herramienta permitirá obtener datos más precisos sobre el tamaño y composición del asteroide antes de que se aleje temporalmente de nuestro campo de visión.
Perspectivas científicas sobre el riesgo
Un análisis detallado del posible impacto revela que el objeto mide aproximadamente 55 metros de ancho, dimensiones similares a las del Castillo de la Cenicienta en Walt Disney World. Los científicos determinaron su tamaño mediante la medición de la luz reflejada, aunque esperan obtener datos más precisos con las nuevas observaciones.
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El asteroide tiene menos de 3% de posibilidades de impactar contra la Tierra.
"Por ahora, existe un 97.9% de probabilidades de que el asteroide no impacte contra la Tierra", explicó Rankin. El ingeniero añadió que el aumento en las probabilidades de colisión generó preocupación innecesaria, pues "no es lo mismo pasar de 40% a 80% que de 1% a 2%".
La comunidad científica mantiene un seguimiento constante desde el espacio y la superficie terrestre. Las mediciones del Telescopio James Webb resultarán cruciales para determinar con mayor exactitud la trayectoria del objeto, ya que analizará el calor emitido por el asteroide en lugar de su luz reflejada.