Eran cerca de las 21 y el celular de Anabel Fernández Sagasti no paraba de sonar. Del otro lado llamaban algunos jefes comunales preocupados por explicar que habían puesto toda la energía en la militancia, que habían realizado obras, y que pese a eso no les había alcanzado para remontar en las urnas.
Entre los presentes reinaba el silencio. Ni el armador Carlos Ciurca, ni los pilares de Sagasti, como son Lucas Ilardo o Marisa Uceda disimulaban la inconformidad con el escaso respaldo de los compañeros.
Sin sentir tanta responsabilidad sobre sus espaldas, el desánimo se apoderaba también de Martín Sevilla, titular del PAMI y de Carlos Gallo, delegado local de ANSES.
Los que veían el vaso medio lleno, algunos pocos optimistas, aseguraban que "de no haber hecho todo lo que se hizo" desde las primarias a estas elecciones generales "hubiéramos sacado 18 puntos". Del otro lado se ubicaban los que habían proyectado que el Frente de Todos debía llegar al menos a los 28 puntos, 3 por encima de las primarias, pero sólo orillaron los 26 puntos.
Entre tanta ida y vuelta, tantos cruces de argumentos y análisis, quedó algo en claro: el peronismo debe cambiar la estrategia y su proyecto de poder, "o nos vamos a seguir conformando con conseguir una banca más en la Cámara de Diputados de la Nación", aportaron los más críticos.