A Carlos Saúl Menem se lo relaciona con el "uno a uno", con María Julia Alsogaray, con las numerosas privatizaciones, con el desparpajo como forma de gestión, con Cavallo, con la guarangada política, con sus romances, con el desalojo escandaloso de Zulema Yoma de la residencia de Olivos, con la muerte trágica de su hijo Carlos Junior.

Pero en la mente colectiva no es común que se vincule de manera automática a su primera presidencia con dos de los atentados terroristas más brutales ocurridos en el país: el de la Embajada de Israel el 17 de marzo de 1992 y el de la mutual judía AMIA el 18 de julio de 1994. Es como si hubiesen ocurrido en otra época.

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El siempre verborrágico Menem ha sido muy parco para referirse a esos dos sucesos. Una vez dijo que los atribuía a que él había sido el único presidente argentino que había visitado el Estado de Israel. En otra ocasión, a que él había enviado naves argentinas al Golfo Pérsico para acompañar a  Estados Unidos durante la invasión a Irak. 

Sin embargo en el ambiente sigue pareciendo que esas dos salvajadas pasaron porque sí y que no hay por qué vincularlas con alguna gestión política. 

No sabe, no contesta

Ni Menem, ni el menemismo, ni el peronismo, ni la Justicia de la época menemista, ni sus servicios de inteligencia, parecieran tener en el entendimiento argentino responsabilidad alguna en esas tragedias.

Nada tuvo que ver -en apariencia- la influencia directa de Menem en la Corte Suprema con la famosa "mayoría automática" a su favor, algo  que se activaba cada vez que una causa en contra de él o de su gobierno llegaba a esa instancia.

Es muy difícil que alguien se acuerde hoy de la famosa servilleta del ministro Carlos Corach en la que ese ministro de Menem anotó un listado de jueces de la justicia federal que respondían a la Casa Rosada.

¿Podrían en aquellos años haberse concretado investigaciones serias sobre los dos atentados con ese nivel de justicia y de políticos que tenía el país?

El taimado

Debe "reconocérsele" que le ha dado buenos frutos a Menem la actitud ladina que ha tenido para que no cayera sobre él la condena social que a otros políticos les ha destrozado la carrera. De la Rúa, sin ir más lejos.

Hábil como pocos para el engaño y las actitudes aviesas, el dos veces presidente de la Nación, ése que tomó el país en 1989 y lo dio vuelta como una media, ha salido indemne de casi todas sus tropelías.

Ni el tráfico ilegal de armas del Estado argentino a Croacia y Ecuador, ni la explosión del predio de Fabricaciones Militares en Río Tercero para esconder las investigaciones sobre aquel tráfico de armamentos, ni la condena por haber pagado sobresueldos a sus principales funcionarios, ni la condena por encubrimiento en la causa AMIA, le hicieron rasguño alguno. 

Telón

Ahí lo tenemos sin ir preso porque es senador nacional por la eternidad. Los fueros son su bandera protectora. Y sus 89 años cumplidos el 2 de julio pasado parecen hacer el resto.

¿"Cómo es posible que 25 años más tarde no haya un solo responsable preso por este hecho de lesa humanidad"? se lamentó hace algunas horas Ariel Eichbaum, actual titular de la AMIA en el acto recordatorio.

No obtuvo respuesta, pese a que la Embajada y la AMIA dejaron 107 muertos y 500 heridos. 

Vergonzoso y antirrepublicano. Pero bien argentino.

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