Meses atrás, cuando asumí como vicegobernador de Mendoza, expresé que mi principal tarea y desafío sería promover la unión, a partir de la construcción de puentes sólidos y duraderos, que permitiesen unir las distintas fuerzas políticas que conforman la Legislatura, y fundamentalmente puentes con la ciudadanía.

La pandemia y sus consecuencias en todos los planos de la vida, nos obliga a redoblar esfuerzos. Hoy, por propuesta del gobernador Rodolfo Suarez y en cumplimiento con lo prometido en el inicio de la gestión, nos encontramos ante uno de los mayores desafíos institucionales de las últimas décadas, que implica construir entre todos, el puente que traiga a la Constitución de Mendoza al siglo XXI.

La Carta Magna contiene las reglas de juego de la democracia, funciona como un paraguas por encima de las instituciones y las personas y garantiza los derechos fundamentales de los ciudadanos. Nuestra Constitución se modificó por última vez -en forma integral- hace ciento cuatro años. El tiempo ha pasado para ella. En estos más de cien años, se ha evolucionado en muchos aspectos, tantos los referidos a las instituciones como los que hacen referencia a los derechos individuales y sociales.

Imaginemos esa Mendoza de principios del Siglo XX y comparémosla con el mundo actual. La población de Mendoza era de 200 mil habitantes, 10 veces menos que ahora, votaban 50 mil de ellos, y las mujeres no poseían derechos políticos, es decir no podían votar ni ser votadas. Actualmente, sólo en el departamento de Guaymallén votan 220 mil personas y –como ejemplo- el departamento de Malargüe no existía oficialmente como tal. Mucha agua ha corrido bajo el puente y con esto está claro que tenemos una Constitución sabia pero de otra época.

Por qué creo que ahora y contra tantas adversidades, es el momento de enfrentar esta tarea. Siempre me gusta pensar que en estas tierras del General San Martín, su espíritu está presente en los grandes momentos de nuestra historia, mucho más cuando enfrentamos grandes y difíciles desafíos: éste es uno de esos. A los mendocinos y mendocinas las adversidades nos unen, nos hacen dejar de lado las diferencias para juntos salir adelante; quizás el accionar posterior al terremoto del 85´ sea un buen ejemplo de esto.  Por eso en este punto es importante reconocer el trabajo, el aporte y acompañamiento de la oposición en su conjunto en estos meses de gobierno. Mi agradecimiento sincero por el aporte y la altura para llevar adelante políticas que enfrenten las dos pandemias, la de salud y la económica. Por eso creo que es el momento oportuno, justo y necesario, para llevar adelante una modificación y actualización de nuestra Constitución.

Nuestra propuesta es discutir una nueva Carta Magna y la invitación es para todos, sin condicionamiento alguno en cuanto a temas o mecanismos. Pretendemos una Constitución provincial para cada mendocino y mendocina sin ningún tipo de distinción; surgida de una amplia participación política y del consenso de todas las fuerzas. No sirve ni pretendemos una reforma llevada adelante por un partido o sector político. Queremos construir la Constitución del nuevo siglo, para las generaciones venideras de esta hermosa tierra.

Necesitamos una Constitución que imponga eficiencia y eficacia. Esto es, redireccionar recursos desde algunos sectores a otros más prioritarios, más participación ciudadana, más derechos y más equidad. Buscamos cambiar la cantidad de legisladores y limitar la reelección de los mismos para garantizar la renovación. Lo que el Estado ahorre en estas áreas modificadas, es dinero a destinar en salud, educación, vivienda, agua, gas, cloacas, producción y seguridad, que son prioridades para mejorar la calidad de vida del pueblo

Además, queremos fortalecer la figura del gobernador –sea del partido que sea- permitiendo un balotaje o segunda vuelta, apuntalando así al hombre o mujer que le toque dirigir los destinos de Mendoza. 

Anhelamos una Constitución que fortalezca las autonomías municipales y garantice la representación territorial e incorpore los derechos ambientales y sociales. Queremos dar más poder al vecino de cada departamento, pudiendo elegir a su propio legislador departamental para que lo represente, y permitir que los municipios se organicen de la mejor forma acorde a su realidad.

Este es –indiscutidamente- el siglo de las mujeres. Estas conquistas, esta reivindicación histórica, deben estar plasmadas en la Constitución Mendocina del nuevo siglo. Sé que es algo en lo que todas las fuerzas políticas estamos de acuerdo y que seguramente será uno de los mayores actos de justicia para con cada mujer mendocina.

Reformar una Constitución es el final de un trabajo complejo y de mucho tiempo, por lo que queremos garantizar la participación activa de todos los sectores. Estoy abierto al diálogo y apelo a la buena voluntad de quienes hoy circunstancialmente ocupan el rol opositor para llevar adelante este desafío inmenso, que merece de todo nuestro esfuerzo, capacidad y compromiso.

Apelo a los principios del Preámbulo de nuestra Constitución Provincial, porque ellos tienen plena vigencia: nosotros, los  representantes del pueblo de la Provincia de Mendoza, tenemos la obligación de constituir el mejor gobierno de todos y para todos, afianzar la justicia, promover el bienestar general, asegurar los beneficios de la libertad para el pueblo y para todos los hombres y mujeres que quieran habitar este, nuestro suelo mendocino. Manos a la obra.