Análisis y opinión

Ese misterio llamado Alejandro Bermejo

Alejandro Bermejo sólo se siente cómodo en Maipú. Si lo sacan de ahí se pone mal. Ya fracasó en un cargo provincial con Jaque y ahora renunció como diputado nacional

Alejandro Bermejo es uno de los más raros misterios de la política mendocina. Las pocas veces que ha accedido a un puesto fuera de la Municipalidad de Maipú no ha logrado hacer pie. Es como si los ámbitos extraños a su comuna le produjeran una fobia contra el ágora político.

Este dirigente peronista, que es grandote de porte, pero le dicen El Pulga, acaba de renunciar a su cargo de diputado nacional cuando sólo llevaba un año y tres meses en ese puesto, que es el más importante al que ha llegado luego de ser intendente de Maipú.

"No renunció antes porque vino la pandemia y pudo trabajar de manera virtual desde su casa, si no, a los dos o tres meses se hubiera tomado el primer avión a Mendoza con todos los petates", asegura alguien que lo conoce muy bien.

La primera escapada

Muy pocos recuerdan que cuando Celso Jaque asumió como gobernador (2007) le cedió el Ministerio de Seguridad al Partido Demócrata en un fallido intento de política de Estado para sostener el verso del "mapa del delito". En la pata peronista de ese ministerio puso, entre otros, al hermano menor de Adolfo Bermejo, el Alejandro de marras, para empezar a hacerlo jugar en las ligas provinciales. Fracaso total. Extrañaba. No se hallaba con el famoso mapa. Y eso que trabajaba a 15 kilómetros de su casa.

A las dos semanas de jurar en una de las subsecretarías de Seguridad, salió disparado. Y volvió al calor y la seguridad del hogar maipucino. Por entonces fue convenientemente arropado para que no pareciera un papelón.

Muchos en Maipú se hacen los sotas y no quieren largar prenda sobre los motivos de esta nueva defección al renunciar al Congreso. "Han sido razones particulares y familiares", es el relato oficial. Su hermano Adolfo ha ido un poquito más allá y ha admitido que en el Congreso nacional Alejandro "no se sentía cómodo". Y la titular del PJ Provincial, la cristinista Anabel Fernández Sagasti, ha afirmado que "cuando supere sus inconvenientes familiares" seguramente estará otra vez poniéndole el hombro al peronismo.

Sano olvido

Quizás muchos mendocinos ya se hayan olvidado que Alejandro Bermejo fue precandidato a gobernador de esta provincia en 2019, una movida de la que él nunca estuvo del todo convencido, pero que la alarmante falta de líderes en el peronismo lo hizo posible. Fue a internas con la cristinista Fernández Sagasti y las perdió. Muchos respiraron aliviados por más que no comulgaran con Sagasti, quien finalmente perdió la gobernación, con holgura, ante el radical Rodolfo Suarez.

La historia de los Bermejo es sencilla: los dos hermanos fueron (reiteradamente) intendentes de Maipú. Tomala vos, dámela a mí. Manejaron la Municipalidad por más de 20 años como una empresa familiar, a la que ahora los maledicentes dicen que la tienen tercerizada o algo así. No les fue nada mal.

En Maipulandia tienen innegable fama de ser buenos administradores y de tener la Comuna limpia y ordenada. Y de haber aceitado una eficiente burocracia. Pero en ese pueblo, que es chico y por lo tanto infierno, hay también lenguaraces que lanzan versiones. ¿Vio cómo es la gente? Lo concreto es que no se les conocen a los Bermejo denuncias judiciales en su contra.

El hermano Adolfo, de temperamento distinto a Alejandro fue, además de senador nacional y legislador provincial, una especie de patriarca, no sólo dentro de la familia Bermejo, sino en el peronismo maipucino y provincial, como los Félix en San Rafael. En Maipú instauraron una marca registrada. Pero nunca le pudieron dar vuelo provincial. Fueron torazos en rodeo propio, nunca en el ajeno

Pareciera que Alejandro Bermejo es portador de municipalitis. No es que sufra de eso. El padece de exterioritis, algo así como temor a alejarse de Maipú.

Alejandro Bermejo admite que una de sus cuentas pendientes es no haber terminado una carrera universitaria. Algunos de sus críticos insisten en hacerlo aparecer como un hombre un tanto rústico en las conducciones partidarias.

Cuando hace un tiempo en una entrevista le preguntaron qué objeto muy preciado se llevaría si tuviese que ir a vivir a otro planeta, el ex diputado nacional Alejando Bermejo no lo dudó: "Me llevaría mis mocasines". No deja de ser una idea práctica.

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