Con la esperanza puesta en la disponibilidad de la vacuna en algunos meses al alcance de la humanidad, algunas actividades pugnan por sobrevivir mientras otras muestran toda su dinámica. 


Por caso, la vitivivinicultura vio afectados algunos circuitos tradicionales de comercialización, pero al mismo tiempo acrecentó otros que tonificaron los mercados del sector.

Los datos que aporta periódicamente el INV son promisorios respecto de la curva ascendente tanto del consumo nacional como en las exportaciones.

De enero a julio los envíos al exterior crecieron 46,3 %: el vino fraccionado creció 3,4%, el vino a granel 133,6%, y el jugo concentrado de uva subió 8,7%.  En consecuencia, Argentina escaló dos puestos en el ránking de países exportadores de vino y quedó en el noveno puesto del top mundial.

El mercado interno también ha experimentado una recuperación del orden de 6,9% en el primer semestre con un récord del 25,5% en la comparación interanual de junio.

Martín Hinojosa, quien le ha dado un rol más protagónico al instituto que preside en las decisiones de política vinivinícola y en la redefinición de las tendencias innovadoras que debe tener en cuenta el sector, señala que el INV tiene entre sus objetivos el contribuir a la promoción y comercialización de vinos en todos los mercados posibles.

En cuanto al ámbito local, el consumo hogareño explica la suba de las ventas de vino, lo que representa una gran oportunidad y al mismo tiempo un desafío para la industria que necesita sostener esa tendencia en un sector de fuerte competencia, particularmente en el segmento juvenil.

La ventaja es que existe un vino para cada gusto y ocasión con precios acordes a diversos bolsillos. Las acciones de innovación, adecuación a los paladares, ductilidad de los envases, presentación, canales que vinculen al comprador, promoción y comunicación integral del producto deben formar parte de la estrategia para ganar segmentos y mercados. 

Mientras la macroeconomía no desaliente la actividad y se atienda históricos reclamos puntuales del sector, la vitivinicultura debe seguir trabajando por la rentabilidad de todos los eslabones de la cadena, incluyendo el sostén de la actividad primaria y evitando la tendencia a la concentración observada en los últimos años. Cuanto más jugadores haya, más se estimulará la economía regional y más se derramará el beneficio del valor que genera la vitivinicultura.

La COVIAR marca el paso


La Corporación Vitivinícola Argentina ha recobrado el vigor después del agotamiento del PEVI 2020, con objetivos concretos en cuanto a la necesidad de planificar los próximos diez años y a la urgencia de acrecentar las exportaciones.

La entidad cuenta con el apoyo del peronismo al más alto nivel, que respalda la representatividad y diversidad de la institución, y también ha recibido señales proactivas del Gobierno provincial.

Precisamente, la COVIAR ha diseñado un plan de exportaciones que bien puede cuadrar con el objetivo que explicitó hace unos días el presidente Alberto Fernández para alentar a la agroindustria. Concretamente, la entidad presentó un documento al Ministerio de Desarrollo Productivo, a cargo de Matías Kulfas, que incluye "medidas de rápida acción y otras de tipo estructural".

El plan busca potenciar las exportaciones de todos los productos de la cadena: vino, jugo concentrado de uva, pasa y uva de mesa. Con ese objetivo, la propuesta contempla el incremento de los reintegros, la baja de las retenciones, e incentivos para acelerar el ingreso de divisas. Además, se propone eximir del impuesto PAIS a los gastos en promoción en el exterior, acelerar el cobro del IVA, y el uso del derecho de exportación como crédito fiscal para el pago de ganancias.

Las expectativas están abiertas y habría una reunión de trabajo en breve en el Ministerio nacional para abordar los puntos del plan, en momentos en que el país necesita ingresos genuinos de divisas. El fomento de las exportaciones tracciona la generación de trabajo y le aporta competitividad a toda la cadena que tanto necesitan las provincias vitivinícolas y Mendoza en particular.


La ansiada normalidad

De la mano del turismo interno las bodegas están volviendo a abrir sus restoranes y alojamientos con todo su esplendor y precios promocionales.

Incluso los establecimientos con productos enfocados tradicionalmente a un público internacional, que paga en moneda extranjera, han adaptado sus costos y tarifas a la realidad local.  Se trata de una oportunidad para los habitantes de nuestra provincia y una vidriera que vuelve a iluminarse para los futuros visitantes, ya que según las encuestas de sitios especializados Mendoza forma parte de los destinos deseados para cuando vuelvan a abrirse los flujos turísticos.

Resta un largo tiempo de espera para que el mundo pueda superar la pandemia y nada compensará lo perdido, pero poco a poco los circuitos enogastronómicos van recuperando su dinámica.

De múltiples maneras, la crisis económica golpea en todos los rincones, pero la vitivinicultura argentina sigue teniendo un gran potencial de crecimiento que podrá desarrollarse con los esfuerzos colectivos del sector privado articulado con políticas públicas.

La fortaleza del sector está dada por sus hacedores, el conocimiento y la ejecución de las mejores prácticas vitivinícolas en armonía con los diversos suelos, climas, paisajes y todo el aporte de la vasta geografía del territorio nacional. 

Aunar esfuerzos de los actores privados y las instituciones idóneas del Estado tras un plan que promueva el consumo interno y aliente las exportaciones es la forma más inteligente de motorizar no sólo el sector, sino todas las actividades que están conectadas a la vitivinicultura. Es el camino más redituable que se espera de una política virtuosa que se ocupe de las cosas importantes.

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